sábado, 23 de septiembre de 2017

FINANCIACIÓN, PRESUPUESTO, GASTO Y EFICACIA

En este blog vengo defendiendo la obra de Ciencia de la Administración del profesor D. Mariano Baena del Alcázar por su importancia y porque, partiendo del concepto de las políticas públicas, nos ofrece los principios científicos que han de presidir la actuación de los administradores públicos superiores, en resumen de la Administración pública, para su eficacia. Y es que las ideas o conceptos que figuran como título de esta entrada están  en íntima conexión entre ellas y con las políticas públicas de cada Administración. Y hoy me ocupo de nuevo de ello por la razón de que cada día más se lee y se escucha que se pone en relación la eficacia administrativa con la consunción del presupuesto.

Y es lógico ya que si los principios de buena administración  se cumplen, el no cumplir la ejecución del presupuesto, el no gastarlo, significa no cumplir los programas y las políticas públicas y los servicios públicos que llevan implícitos y las necesidades de los ciudadanos. Y así resulta que el número de políticas públicas y su clase depende de la capacidad para financiarlas y de la consecución de ingresos, y del plazo, tiempo y trámites que conllevan. También, y dependiendo del presupuesto o determinándolo, de los medios y recursos necesarios, cuya determinación y previsión es tarea administrativa y previa a la formulación y formalización de la política pública correspondiente.

La  racionalidad exige pues que ante la pretensión de programar muchas o varias políticas públicas nuevas se hayan evaluado las anteriores y su eficacia y al hacerlo no sólo contemplar su continuidad  o no sino la necesidad de más medios y recursos. Se podía mantener, pues, el principio de que no se apruebe ninguna política pública nueva si las anteriores siguen siendo necesarias y no se pueden mantener y no son eficaces y sobre todo si se corresponden con servicios públicos esenciales y derechos fundamentales de los ciudadanos. Pero la triste realidad es que este principio administrativo esencial y político, por tanto, no se corresponde con la idea de nuestros políticos que prefieren el efecto mediático y a corto plazo a la eficacia administrativa y la racionalidad del gasto.

Por eso la compleja acción administrativa que requiere la eficacia administrativa y de las políticas públicas se desprecia Ya que sus efectos no son inmediatos y a ellos les interesa más el efecto en el partido político, en su imagen personal y carrera y en las elecciones que la Administración cómo institución.

En resumen, si las funciones administrativas que Baena destaca como necesarias para la eficacia de las políticas públicas y la eficacia de gestión administrativa y función pública se cumplen; financiación, presupuesto, gasto y eficacia se conjugan y los derechos de los ciudadanos son una realidad y la carga impositiva y el equilibrio presupuestario son ajustados y proporcionales.

Pero esto significa gobernar y hacer política de Estado y no ese "hacer política" que estamos viviendo  que desprecia el Derecho, la Ciencia y la Técnica.

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