En el mes de septiembre dediqué dos entradas para reflejar algunas de las opiniones de especialistas del siglo XIX, que Alejandro Nieto recoge en su libro El pensamiento burocrático y nos transmite, en concreto algunas de Jose M de Antequera. Creo que el citado siglo es rico en circunstancias y ejemplos que siguen siendo de actualidad y de plena aplicación hoy. Así vamos a ver algunas de las emitidas en un opúsculo de 1875 de título La cuestión de los empleos públicos y que Nieto considera atribuible a Lorenzo Dominguez y que refleja en dicho libro, en las páginas 236 a 241, ambas incluídas.
Así se atribuye el origen de los males públicos al hecho culminante que es como el centro de donde parten, irradian y se desprenden todos los abusos y lo centra en que los partidos políticos han considerado los destinos públicos como patrimonio suyo, propio y exclusivo, destinándolo a recompensar los servicios políticos y la adhesión de los individuos a los jefes de los partidos. Continúa Nieto, más adelante, reflejando, en torno a la obra citada y referido a Lorenzo Dominguez, lo siguiente: "Desde el punto de vista administrativo la consecuencia inmediata del sistema consiste en una mecánica de nombramientos -y ceses- independiente de los méritos personales de los candidatos, por referirse exclusivamente a sus relaciones con el cacique. De esta manera llegamos al segundo principio fundamental: en España desde el último escribiente al más alto funcionario, todos deben su puesto al padrinazgo, al favor de los políticos; pocas veces a su carrera, casi nunca a su aptitud y conocimientos en el ramo que sirven.
En cuanto al tercer principio que puede deducirse de la obra es ya fácil de imaginar: El empleado, en las condiciones actuales, es empleado de la nación sólo en cuanto al sueldo, en todo lo demás es el empleado de un partido o de un personaje influyente, y a éstos tiene que obedecer cuando llega el caso. << ¿ A quién se cree que se sirve mejor: al que paga, sin otro derecho que el de pagar, que además es para él una entidad vaga y sin personalidad visible, o al que le nombra y le quita, si es menester?>> "
Reflexiones similares han sido objeto de comentario en este blog en múltiples ocasiones, por lo que sustancialmente la situación no ha cambiado. Y digo sustancialmente porque en la época de los comentarios eflejados impera el sistema de cesantías, mientras que ahora los ceses se dan en los niveles altos y no son en el empleo, sino un simple cambio de destino y alguna pérdida en la cuantía de los complementos. Hoy nadie se va a casa entre los "empleados"; siempre hay un refugio, un grado, una categoría, un puesto creado al efecto, etc. Todo atado y bien atado, pero al mismo tiempo una clara tendencia legislativa a volver al citado siglo XIX o al primer tercio del XX, mediante la significativa recuperación de la expresión empleados públicos, o mediante una movilidad funcionarial en el territorio nacional español, sujeta a: conciertos, comisiones, exigencias de idiomas cooficiales, relaciones de puestos de trabajo y, realmente, dependiente del que alguien te nombre en un puesto de libre designación. ¿Ha cambiado algo? o ¿Todo se está cambiando para seguir como siempre o volver al pasado? ¿Estamos en un régimen reaccionario? Creo que no yerro cuando pienso que no hay Administración pública, sino un claro predominio político y una simple administración al servicio de los políticos. Esperemos que la crisis económica no proporcione la excusa final de un retorno al pasado de las cesantías.
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