sábado, 24 de septiembre de 2022

LAS LEYES "CONTRA" O DE MALA FE.

Trabajando sobre las decisiones de organización que se toman a través de normas, trataba de circunscribir qué se podía hacer por la  de la ley, cuestión relacionada con la reserva de ley. Llegué a la conclusión de que lo primero que le correspondía era la manifestación de los principios que presiden y delimitan la organización, buena parte ya manifiestos en la Constitución.

De otro lado, la reserva de ley no viene regulada con una lista sino por la Constitución cuando indica que es la ley la que ha de regular una materia o cuestión (reserva material) o cuando lo mismo hace una ley (reserva formal); la cual puede modificarse o eliminarse por otra ley. La lista del artículo 149 de la Constitución no es propiamente de reservas de ley sino de materias competencia del Estado, sin que quede descartada la regulación por reglamentos. Así que las reservas de ley en la Constitución aparecen de modo disperso.

Resulta así que más allá de las reservas materiales, al no existir tampoco una lista de materias reservadas al reglamento y al Gobierno por tanto, la ley puede regular cualquier materia o decidir el poder ejecutivo hacerlo por reglamento, sin plantear problemas jurídicos iniciales. 

Son muchas las cuestiones que presenta esta situación, pero ateniéndonos al titulo me referiré a aquellas que surgen en contra de situaciones que resultan de resoluciones judiciales contrarias a la acción administrativa, basada en reglamentos o no, pero que contradicen la voluntad "político- administrativa" o de partido, o cuando hay controversias en el seno de la Administración. ¿Solución? Dictamos una ley y evitamos las sentencias en adelante y las controversias y, en su caso, se remitirá la cuestión al  Tribunal Constitucional y aquí surge la mala fe y en muy buena parte la indefensión, por el  costoso proceso en tiempo y dinero y la postura restrictiva a la admisión de  los recursos de amparo, por aquel Tribunal. Además, por la no aplicación judicial de la solución de considerar inaplicable una ley por inconstitucional en el caso concreto, sin derogarla, pues esto si sería exceder de su jurisdicción o competencia.

Cada día más, aprecio la necesidad de listas de reservas materiales a la ley y a una limitación a la ley mediante la reserva al reglamento.

La situación descrita, desde mi punto de vista es un abuso de poder manifiesto y un comportamiento inmoral; cambia el Derecho y su jerarquía, disminuye el valor de le ley, ella resulta polivalente y el ejecutivo elude responsabilidades, deja de gobernar y administrar y se dedica a hacer "política" sobre todo de partido y electoral. Los poderes públicos se corrompen y son peones de un poder de partido o de dictador disfrazado de demócrata o cordero que nos inunda a palabras sin hechos positivos.

martes, 13 de septiembre de 2022

CUANDO LA EXIGENCIA DEL IDIOMA COOFICIAL SE CONVIERTE EN UNA INMORALIDAD



Leo en la prensa valenciana lo siguiente:

Una profesora, en paro tras 35 años al no tener el valenciano.

Encarna lleva toda la vida como docente de trompa en el conservatorio y se ha quedado en la calle por no acreditar que posee el título del idioma 



 
Sinceramente la indignación al verlo me invade, el fomento del valenciano, catalanizado de otra parte, no exige de medidas injustas y de daños prácticamente irreparables. Y además, morales de importancia y de una aplicación retroactiva, aunque la funcionaria sea interina y como solución le ofrezcan destino en la zona valenciana castellano parlante.

Cuenta la afectada que su abogado le dice que una reclamación no tendra otra respuesta que no sea el silencio administrativo. Cuestion de mala fe añadida y de incumplimiento de la confianza legítima en la Administración; esa que los españoles hemos perdido salvo algunos juzgados y magistraturas. No hay excusa todo es altamente grosero e ilegal y como inmoral no puede ser derecho.

La interesada alega en el ABC que el lenguaje de la música es universal y lleva razón. En mi ejercicio de cargo político en el IVAP, ante algunas pretensiones políticas de orden parecido, sacaba una sentencia europea condenando la exigencia de gaélico en caso similar a este de un profesor de otra clase de instrumento, desconsiderando su necesidad para ello. Lo que siento es que no la he vuelto a encontrar, aunque hoy, un vez más, la he buscado y aún considerando que fuera galés y me equivocara de idioma.

En resumen: inmoral y, en mi valoración de la función pública, en casi delictivo. No es el camino, no. A mí me han apartado de tres lenguas amadas: el valenciano, el mallorquín y el catalán y aunque fueran una, y no digo cual, la politizacion del tema me da asco. No se gana nada desechando radicalmente actos anteriores salvo el perjuicio a terceros sin beneficio al interes público.

Los españoles tienen el deber de conocer el español , pero los que cometen estas tropelías no se sienten españoles y se amparan en nuestra cobardía particular y oficial y en la lentitud judicial.

No hay derecho ni vergüenza.








sábado, 3 de septiembre de 2022

PENSANDO EN LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA REPASO A TOCQUEVILLE . III: La libertad, la servidumbre y la debilidad social

Vuelvo a los clásicos y su actualidad y recojo un largo párrafo que no  necesita comentarios:

Fijar al poder social unos límites extensos, pero visibles e inamovibles; otorgar a los particulares ciertos derechos y garantizarles el disfrute incontestable de los mismos; conservarle al individuo la poca independencia, fuerza y originalidad, que aún le quedan; elevarlo al nivel de la sociedad y sostenerlo frente a ella: ese me parece que es el primer objetivo del legislador en la era en la que entramos. Se diría que los soberanos de nuestros tiempos no buscan sino hacer grandes cosas con los hombres. Me gustaría que pensasen un poco más en hacer grandes hombres; que valorasen menos la obra y más al obrero, y que recordasen en todo momento que una nación no puede perdurar robusta mucho tiempo cuando cada una de las personas que la componen es individualmente débil, y que hasta la fecha no hemos dado con formas sociales ni con combinaciones políticas que puedan engendrar un pueblo enérgico si este se compone de ciudadanos pusilánimes y endebles. 

Observo que nuestros contemporáneos albergan dos ideas contrarias e igualmente funestas. Unos ven en la igualdad solamente las tendencias anárquicas que aquella genera. Temen por su libre albedrío; tienen miedo de ellos mismos. Los otros, que existen en un menor número, pero son más lúcidos, tienen una visión distinta. Al lado de la vía que, partiendo de la igualdad, conduce a la anarquía, han descubierto el camino que parece llevar a las personas inexorablemente hacia la servidumbre. Someten de partida su alma a esta servidumbre necesaria; y, desesperando de permanecer libres, se entregan de corazón a la adoración del amo que está por venir. Los primeros abandonan la libertad porque estiman que es peligrosa; los segundos porque la juzgan imposible. Si yo hubiese creído esto último, no habría escrito la obra que se acaba de leer; me hubiera limitado a gemir en secreto lamentando el destino de mis semejantes. Si quise sacar a la luz los peligros que la igualdad genera para la independencia humana fue porque creo firmemente que dichos peligros son los más formidables y a un tiempo los menos previstos de entre todos los que deparará el porvenir. 

En todo caso, no creo que sean insuperables. Quienes viven en los siglos democráticos en los que nos adentramos poseen por supuesto el gusto de la independencia. Naturalmente, soportan con impaciencia la norma: hasta la permanencia del estado que ellos prefieren les fatiga. Aman el poder; pero se inclinan a despreciar y aborrecer a quien lo ejerce, y se escapan con facilidad de sus manos a causa de su pequeñez y su propia movilidad. Nos toparemos con estos instintos una y otra vez, porque surgen del fondo del estado social, que no cambiará. Durante mucho tiempo impedirán que despotismo alguno pueda asentarse, proporcionando nuevas armas a cada nueva generación que quiera luchar en defensa de la libertad de los seres humanos. Tengamos, pues, frente al futuro ese saludable temor que nos hace estar vigilantes y combativos, y no la clase de terror lacio y pasivo que abate los corazones y los enerva. 

Puesto que Tocqueville nos dice todo esto pensando en la entonces recien democracia americana añado su reflexión general al efecto, pensando si algún lector tiene respuesta.

Antes de finalizar para siempre la travesía que he emprendido me gustaría dar un último vistazo comprensivo a todos estos rasgos tan diversos que marcan el rostro de este nuevo mundo, para juzgar, en definitiva, la influencia que en general ha de ejercer la igualdad en la suerte de los seres humanos. No obstante, la dificultad de una empresa de este tamaño me hace recular, pues en presencia de un tema tan descomunal siento que la vista se me nubla y la razón titubea. Esta nueva sociedad, la americana, que he tratado de delinear y que quisiera juzgar, acaba de nacer. El tiempo no ha perfilado todavía su forma: la gran revolución que la ha creado todavía pervive, y en función de lo que sabemos a día de hoy no es posible discernir qué pasará con la revolución misma, y lo que quedará tras su paso. El mundo que se está alzando aún se ve lastrado por los restos del mundo que se hunde, y, en medio de la inmensa confusión que presentan los asuntos humanos, nadie es capaz de decir qué va a quedar de las viejas instituciones y de las antiguas costumbres, y qué terminará desapareciendo.


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