lunes, 18 de enero de 2010

EL PENSAMIENTO BUROCRÁTICO V

Abordaremos hoy las soluciones que Lorenzo Dominguez considera para la situación que hemos reflejado en las dos anteriores entradas de esta serie y que Alejandro Nieto refleja y comenta en las páginas 239 a 241 de su libro y así nos dice:

"Por lo demás para Lorenzo Dominguez la cuestión es muy sencilla, y si no se ha llegado aún a una solución es porque los gobiernos no tienen energía para poner manos a la obra. Si se piensa que el origen de todos los males es la subordinación de la Burocracia a la política, parece muy lógica la tesis -rotundamente formulada- de que la separación de la administración y la política es un principio salvador. Principio que se articula, cuando menos en las siguientes medidas concretas:

1. Hay que crear un personal puramente administrativo, desligado por completo de la política, separando, al efecto, el interés personal del empleado del interés político y del partido. Tarea que no resultará excesivamente dificil, dado que los burocratas actuales no son políticos por vocación, sino por necesidad. En el fondo, lo que a ellos les gustaría sería la independencia, la seguridad y el poder dedicarse tranquilamente a su trabajo.
2. A tal fin, el primer paso o presupuesto necesario es el de la inamovilidad.
3. Casi tan importante como lo anterior es la determinación concreta de sus derechos y obligaciones.
4. Y, por lo mismo, la posibilidad clara de exigírseles responsabilidad ante los Tribunales de justicia.
5. Pero no se crea, sin embargo, que sería suficiente con una ley de empeados en la que se recogieran todas estas medidas. El problema burocrático desborda, con mucho, los ámbitos del Derecho funcionarial. De aquí la necesidad también de una buena ley de procedimientos administrativos que simplifique y aclare la rutina oficinesca y marque un tiempo determinado para su despacho a cada trámite y cada estado de los negocios y expedientes. (págs. 66-67)
6. Y, por lo mismo, las diferentes leyes de incompatibilidades parlamentarias, la de sanción penal por delitos electorales y algunas otras, obedecen al principio de separar la administración de la política, moralizándolas al mismo tiempo. (págs. 47-51) "

Nieto comenta que la actitud de Dominguez es del más cerrado apoliticismo y que cree que la reforma debe venir necesariamente del propio Estado y expone que hace frente a las objeciones que puedan levantarse contra su tesis bajo el argumento de que hay exageración y error en fijar como causa de nuestros males la cuestión de destinos, del favoritismo y de influencias personales; y de que existen otras fuentes y raíces de abusos y de que, por ende, nada se conseguiría con ser inflexibles en este punto relativamente pequeño, si no se acometen y realizan las reformas políticas necesarias. Dominguez reconoce que algo hay de verdad en ello, pero insite en la magnificación del problema burocrático en los términos expuestos.
"De los políticos y sus promesas hay que fiarse tan poco como de las soluciones exclusivamente políticas. Para probarlo basta observar la singular coincidencia de que todos los partidos, caundo suben al poder, difiriendo tanto en doctrinas, pareciendo que nada puede haber de común entre ellos, convienen y proceden de una manera igual, idéntica, en la cuestión de los destinos públicos....Las desdichas de la patria, de que se habla tanto y tan huecamente en la oposición y en la cesantía, se olvidan o se oscurecen en la tarea difícil y ardua de repartir pedazos de la patria entre amigos necesitados. ¡Ah¡ ¿Qué duda cabe que esta es la cuestión que encierra y contiene a todas las demás? (págs. 70-71)"

¡Cuántas reflexiones me provocan estas ideas¡ Pero los comentarios posibles son muchos. y en este  blog existen bastante relacionados con el tema. Por lo tanto, sin perjuicio de dedicar un post a ello, si quiero, al menos, decir que, en buena parte, creo que han sido compartidas por mí y puede que por otros compañeros del Cuerpo Técnico de Administración Civil, que alejados del centro geográfico y político simplemente gestionábamos. Puede que, aún hoy y ahora, haya bastantes funcionarios que piensen de modo similar. Pero al mismo tiempo se me revela una marcada ingenuidad en todo ello y ciertas paradojas. Es en tiempos del franquismo y del período tecnocrático cuando se apunta a una separación entre política y administración y se promulgan leyes de las estimadas necesarias por Lorenzo Dominguez y técnicamente muy buenas. Pero la separación señalada tiene, para mí, base y fundamento en el predominio de la Ley a la hora de administrar y en el predominio de los juristas o licenciados en derecho en la Política y la Administración.

Está presente, pues, el principio de sometimiento a la Ley, que es el fundamento del Estado de Derecho y de la división de poderes; instrumentos de cambio en el poder del monarca o del poder absoluto y de la remisión de la obediencia funcionarial a la ley y no a aquél. La paradoja surge de que en período dictatorial la obediencia a la ley y la presencia de ésta como fundamento de la acción administrativa se presenta con más fuerza que en estos momentos, en los que las razones políticas y de oportunidad están más presentes. Y es que en el período franquista señalado la Ley es un producto más monolítico que en la actualidad y técnicamente mejor hecho. El poder político está consolidado y sindicatos y partido bastante separados de la ejecución administrativa, incluso físicamente, y los técnicos tiene más oportunidades de influir en las normas y en las leyes y la acción administrativa.  Las leyes son, claro está un acto político, pero tienen, normalmente, unos fundamentos jurídicos y técnicos claros y sin ambivalencias. Los técnicos se sienten seguros, tienen poder en la Administración, se reparten los puestos superiores y la libre designación no constituye como ahora un instrumento tan político sino de poder burocrático.

Hoy en cambio el Derecho es más instrumento que fundamento, la libre designación es un elemento de politización y de quiebra del poder burocrático. Hoy existen las leyes que Dominguez reclamaba, pero no se ha conseguido la separación entre política y administración, sino que están mucho más unidas y confusas. La única conclusión pues es que no sólo los gobiernos no tienen energía para hacerlo, sino que falta voluntad de hacerlo, y como se comentó por Law en El pensamiento burocrático IV, los políticos y los partidos políticos son los grandes beneficiarios. Y, finalmente, hoy, la ciencia jurídica ya no es la única que se ocupa de la Administración pública, sino que la Ciencia de la Administración se incardina en los estudios de ciencia política y se muestra la conexión entre Política y administración, sobre todo en los niveles superiores o en el directivo público, sin perjuicio, además de las concepciones basadas en modelos de gestión empresarial y privada, que también influyen, paradójicamente en la politización de puestos, porque consustancial a la empresa es la libre contratación de personal.

Hemos de convenir, pues, que es una ingenuidad predicar la separación entre Política y Administración, pero surge una inquietud, resulta claro que en la dictadura el Derecho no era fruto democrático, pero hoy que formalmente lo es, tristemente cabe preguntarse si en Democracia el Derecho no es tal,  entendido como valor superior o moral, sino un mero instrumento del poder dominante. ¿Resultará, al menos en España y ahora, que democracia y dictadura son extremos que se tocan? Si se llega a pensar que es así, lógicamente la conclusión no puede ser otra que la de que hoy no hay democracia en España y preguntarse qué Estado de Derecho es el nuestro y si no nos hemos alejado tanto del franquismo, salvo en perjuicio de los funcionarios que pensaban estar separados de la política o de los que siguen pensando que deben estarlo y que el Derecho es la base y fundamento de su acción..

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