martes, 11 de junio de 2019

EL DIÁLOGO 2: el bien, los intereses y la voluntad

Nueva reunión entre el progresista y el anciano continuando el diálogo emprendido:

Anciano: Habíamos dejado el diálogo en el momento en que dijiste que era posible deslindar voluntades cuando se afectaba a intereses propios. Y al hacerlo la primera cuestión sería la del también deslinde entre intereses propios y comunes o entre los particulares y los generales. ¿Estás de acuerdo en que en una unidad existe esta  diferencia de intereses?

Progresista: Si, pero el problema  es cómo se conforman esos intereses y cómo se manifiestan.

Anciano: Y ello nos lleva al tema de las voluntades y de procedimientos de expresarlas.
Aquí entramos en un punto muy complejo porque la voluntad surge de la conciencia del ser uno y, de otro lado, de la personalidad jurídica que es fuente de los derechos.
Para conectar la voluntad con el interés, ¿piensas como yo que la voluntad personal se dirige a lograr el bien propio?

Progresista: Así dicho, sí. Pero espero que el razonamiento progrese.

Anciano: Bueno, el bien sin concreción  es  una abstracción que se concreta cuando  se particulariza en o por cada sujeto; es decir, es algo subjetivo, pero una vez concretado,  para confirmar que es  tal bien, hemos de volver a la idea abstracta; fundamentalmente para valorar si el bien considerado como propio o particular coincide con el concepto abstracto y universal, que no por serlo deja de ser interpretado mediante  una idea nuestra del concepto, que conlleva valores y principios. De este modo, la idea abstracta tiene ideas o comprensiones diferentes. Y así, en una relación más, el bien propio coincide con el interés propio y así bienes e intereses vienen a coincidir, por lo que el bien común o el interés general pueden ser objeto de apreciaciones o valores diferentes. No entraremos en la compleja relación entre subjetividad y objetividad.
¿Compartes esta relación  y asociación entre bien e interés?

Progresista: Sí, pero no me aclara que son el bien general o común o los intereses generales, ni como se conforman y, por ello, no puedo saber si son tales. Además, con lo dicho, al hacer referencia al bien común o al interés general estamos abocados a ideas diferentes que llevan a la incomprensión o confusión en el diálogo. Es decir puede parecer que estamos acordes cuando entendemos cosas diferentes.

Anciano: Por eso hay que ir a la configuración y manifestación  de las voluntades, pero para eso hay que volver a considerar el centro y las partes y sus intereses propios y comunes. No hay más remedio que referirse a los entes descentralizados y al centro de nuevo, porque, finalmente, las voluntades e intereses a que nos referimos son las de dichos entes y centro, a las del todo, pues, y a las de las partes.

Progresista: Sí, sí, pero el centro no puede dejar de considerar la voluntad de las partes, ha de respetarlas.

Anciano: No te apresures, aún no hemos llegado a precisar cómo se configura cada una de estas voluntades. Quizá he de empezar por el hecho de que cada parte, en el caso que nos ocupa: autonomías, municipios y Estado (o sea el  centro o todo) se constituyen sobre la base de unas potestades, competencias y funciones. Y para su determinación, no podemos dejar de referirnos a nuestra Constitución que nos dice en su artículo 137 que el Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.

Creo que hay que convenir que el término utilizado que es el de respectivos es en realidad equivalente al de los intereses propios de cada una de esas entidades.

Progresista: Cualquiera que les afecte.

Anciano: No hemos acabado, porque hay que ver cómo se determinan esos intereses  propios. Al menos, ya, puedo decir que si son propios es porque sólo afectan a la entidad correspondiente, pues en cuanto afecten a otra ya no son propios y serían compartidos. Y esa singularidad o no de los intereses determina la titularidad de las competencias y de la gestión. Pero al referirme a intereses compartidos he de concretar que lo sean entre uno y otro ente o entre varios o entre todos; en este último caso hay que convenir que serían intereses del todo.

En este ejercicio de determinación de intereses, hemos de partir de los elementos constitutivos de los entes de los que hablamos. Y, puesto que hablamos de la organización territorial estatal, partiría primero del territorio, pues parece el que lógicamente hay que tratar en primer lugar. Cada ente tiene unos límites geográficos, sobre los que mantiene una organización, ejerce una gestión y ordena la convivencia, la satisfacción de los intereses y la eficacia del derecho. Pero, si hablamos de intereses propios, no pueden serlo, sólo por una razón territorial. Y para explicar esto, habría que acudir de nuevo a la Constitución.

Progresista: La cual puede ser objeto de voluntades contrarias a ella y discutible y no reconocida por ellas.

Anciano: Mantengámonos en la razón y no en el impulso sentimental, pues esa Constitución es la realidad existente de la que partimos y nadie de modo particular puede eliminarla e imponer esa eliminación a voluntades diferentes.

Progresista: ¿Pero no son los sentimientos los que conforman las voluntades? ¿No son ellos los que se manifiestan en el fondo?

Anciano: Parece, pues, que hoy no tenemos tiempo para tratar el tema de las voluntades, ni analizar el resto de elementos. Pero quiero acabar con una reflexión más respecto de la descentralización y centralización.  Ya sabes que mi preocupación es la administración pública,  por eso y por la eficacia que a ella y a los gobiernos conviene, te pregunto ¿qué es más fácil que decida una persona o tener que ponerse de acuerdo con muchos?

Progresista: Lo primero.

Anciano: Bien. Pero facilidad puede coincidir con sencillez, pero no cuenta, en principio, con todas las voluntades. Puede no ser lo mejor. Aunque en el fondo todo es cuestión de procedimientos para que se manifiesten aquéllas. Pero hemos de seguir viendo cómo se configuran los intereses y las voluntades y cómo se manifiestan, por lo que lo dejamos para otro diálogo y esperando que retomemos el hilo adecuadamente. Si bien veo que estamos ante cuestiones complejas, que pueden ser dejadas y retomadas sin fin.





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