Recientemente la prensa valenciana ha venido destacando la competencia existente entre diez universidades valencianas y el colapso de la oferta educativa y en este blog Manuel Arenilla se ocupó de la gobernanza del sistema universitario español y también de los riesgos de dicho sistema; son muchas las entradas dedicadas por Arenilla al sistema universidades que a través de la etiqueta universidades pueden conocer. Por mi parte me referí a la autonomía universitaria y al tópico de que las universidades deben actuar en competencia y también de los costes y coordinación de las universidades. Hoy y en otra entrada, aunque puedan ya estar desfasado su contenido, publicaré dos partes de un artículo publicado en el diario Las Provincias, El primero en 20 de octubre de 1994, decía:
El conseller de Educación, en la apertura del curso académico universitario, ante los problemas del inicio de curso; dificultades de gestión y falta de espacio físico, considera que ello es producto de una irracionalidad que generan los intereses de grupo del profesorado universitario al perseguir un aumento de puestos de trabajo en los departamentos docentes, incrementando, así, sus posibilidades de empleo; sin que, en cambio, se haya aligerado la carga docente que era el fin de la reforma emprendida.
Que un cargo oficial confirme lo que otros pensamos a simple vista, es verdaderamente transcendente, porque, desde la consideración de la administración pública, tiene lecturas nada positivas que resulta difícil enumerar. Pero, todavía más complejo resulta explicarlo en un artículo de prensa, sin caer en una simplificación excesiva.
Sin embargo, piensen que, de una primera lectura, se deduce que los planes de estudios se han generado en los departamentos docentes universitarios, pensando en colocar profesores o aspirantes a serlo, incrementando la zona de influencia de cada cátedra.
La consecuencia es, pues, que no existen criterios racionales y que los fines que se perseguían se ven incumplidos por la realidad práctica. No queda garantizado que los estudiantes reciban una formación adecuada a la materia, ni que luego tenga una utilidad práctica en un orden profesional determinado.
Por su parte, el rector de la universidad dice que se ha realizado una oferta docente excesivamente especializada. ¿Saben qué consecuencias lógicas determina este hecho?
Partiendo de mi especialización concreta, puede, en primer lugar, significar que no exista profesorado capaz de explicar la especialidad y que se encargue a verdaderos inexpertos la explicación de lo que desconocen; o que los que realmente son expertos se vean sobrecargados en su docencia en detrimento se la investigación, sin que se recurra a los existentes fuera de la universidad, porque de lo que se trata es de colocar a los aspirantes a profesor metidos en el departamento. Algo que ya es habitual en las oposiciones a la docencia.
En segundo lugar, puede que la especialidad diseñada a efectos docentes no esté desarrollada desde el punto de vista científico y que requiera de años para desarrollarse en realidad, con lo que se genera una disciplina que todavía no tiene contenidos científicos.
De otro lado, no se establecen estudios ya consolidados, como ocurre en Valencia con los estudios de Ciencias Políticas y Sociales.
Como contrapartida, la universidad española no fomenta la investigación de aquellas parcelas que todavía no constituyen una ciencia o una disciplina académica.
Existen esfuerzos aislados que cuando empiezan a fructificar se convierten en la tarta a comer o a repartir por los departamentos que consideran que la asignatura puede serles atribuida y el proceso se complica, hasta el punto que la disciplina que se diseñe acabe siendo una cosa totalmente diferente a lo que originariamente se pretendía e, incluso, al criterio científico que promovió su existencia.
La falta de planificación y análisis serio y reposado, al igual que en otros sectores de la administración pública, es evidente, y, además, se traslada a través de los planes de estudios, a las universidades privadas o elimina parte de la autonomía de las públicas. De este modo, los planes acaban copiándose unos de otros con el fin de que su aprobación sea rápida y cómoda; sin utilizar la alternatiova de planes experimentales.
Si, por añadidura, la reforma se vende como una panacea para el empleo futuro de los estudiantes, sin que ello sea cierto, ustedes mismos pueden prever las consecuencias, sin perjuicio de que otro día continuemos con el tema.
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