Hay un abuso absoluto en la utilización de términos como democracia y progreso o progresista, hasta el punto de perder su concepto, significado o sentido. Bajo el término democrático se han cubierto los totalitarismos más absolutos y las ideas más opuestas entre sí y, en tanto se mantienen, la división, lógicamente, está servida. De otro modo, no existirían distintos partidos, ni se hablaría de derechas e izquierdas. Cuando uno de los extremos intenta imponer sus ideas y comportamientos nos encontramos con los totalitarismos mencionados y hablar entonces de democracia o progreso es para mí incongruente, puesto que factores elementales y substanciales para el ser humano como la libertad y los derechos fundamentales acaban erradicándose. En Valencia, estamos sufriendo muchas conductas políticas y de gobierno plenamente inconstitucionales y de dicho carácter totalitario limitativo de las libertades señaladas. Casi todas tienen una raíz comunista que amparándose en la lengua valenciana o catalana, según se entienda, y a través de una postura nacionalista y pancatalinista lo que busca es la disolución de España y "uniformar" a los valencianos. Aviso a navegantes partidarios de un gobierno nacional a la valenciana. Vamos al ejemplo más reciente.
En realidad el día 1 del pasado mes de agosto ya describí el panorama en esta entrada, por lo que sólo nos encontramos con confirmaciones claras de lo anunciado y previsto. El más significativo es el de la decisión municipal de que las empresas para poder acudir a los concursos de adjudicación de contratos deberán utilizar el valenciano en todas las comunicaciones y en la documentación que se tramite y en comunicaciones al exterior como cuando se realizan obras o se corta una calle. El Ayuntamiento se ampara en la Ley de Uso y Enseñanza del valenciano como base para la inclusión de una cláusula en los nuevos concursos y ha empezado con los contratos de limpieza de los colegios, mercados y edificios municipales. La limpiadora de turno supongo que ya no podrá decir mocho y tendrá que buscar en el diccionario de valenciano el término equivalente a este instrumento de limpieza, debiendo tenerse en cuenta que el diccionario de la lengua española de la Real Academia que poseo, en mocho no cuenta con una acepción como instrumento de limpieza, sino otras como animal cornudo, pelado, carente de punta, etc. Acepciones similares son las que mantiene el diccionario de valenciano de Francesc Ferrer Pastor: Esmus (romo), llosc (cegato) etc. No sabemos pues qué término deberá usar la empresa en sus comunicaciones. Sí en el cartel de Cuidado. Suelo mojado. Pero si algún extranjero que sabe castellano y no valenciano resbala y se daña en el mercado municipal por no entender el valenciano y entender que se refiere al sol y no al suelo, habrá que responder por ello. En fin, más allá de las humoradas, además de que la citada Ley de Uso no ampara esta medida, sino la validez jurídica del empleo oficial en documentos del valenciano y el derecho a su uso y la promoción del mismo. Y, además, es que el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana en su artículo 9.2, párrafo segundo, establece: Asimismo los ciudadanos valencianos tendrán derecho a dirigirse a la Administración de la Comunitat Valenciana en cualquiera de sus dos lenguas oficiales y a recibir respuesta en la misma lengua utilizada. Es decir, tienen derecho, pero no se les puede obligar al uso. Obligar es contrario a la libertad del ciudadano valenciano que puede ser o no bilingüe y que constitucionalmente conforme al artículo 3 de la Constitución española resulta que el castellano es la lengua oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2, Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. (Ya hemos visto lo que dice el Estatuto valenciano)
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.
No creo preciso extenderme más en la cuestión del derecho y no obligación del uso del valenciano y por tanto de la nulidad de pleno derecho de las cláusulas que convierten en obligación jurídica el uso del valenciano y que, en consecuencia, pueden producir la exclusión de empresas y limitar la libertad de concurrencia y quebrantar el derecho español y comunitario europeo en su caso. No es este el camino de promocionar el valenciano, sino de todo lo contrario de identificar a quienes adoptan estas medidas como independentistas contrarios a España y al Estado español y ni siquiera federalistas, pues los problemas de la lengua y los derechos fundamentales no son compatibles con una torre de Babel y con un Estado federal los problemas serían los mismos, salvo que se violentaran los derechos de los castellano parlantes como ahora se pretende. Estos hechos, como lo serían los que tendieran a lo contrario, marginar el valenciano y no fomentar su uso y su enseñanza, no son actos de progreso ni garantes de nada, lo que fomentan es, finalmente, la animadversión, el odio, la separación y la desintegración.
Cuando el valenciano, sólo constituía una lengua hablada, sin que se enseñara su gramática de modo oficial, sin que se fomentara su uso; cuando constituía una señal de ser pueblerino, cuando la burguesía valenciana lo rechazaba; cuando se reducía al ámbito familiar y privado; cuando apenas se escribía, es lógico que el sentimiento de aquellos que la tenían por lengua materna y familiar se viera afectado y su progreso e integración social limitados. Hoy ese ámbito se ha visto, por el contrario, oficializado mediante una normalización, que borra acentos y modismos, y que trata de limitar las diferencias con el catalán que es la lengua que se considera la raíz del valenciano y mallorquín o restantes lenguas baleares, de un modo que también las limita, que algo las desnaturaliza y que provoca el rechazo, independientemente de que la historia de estas lenguas se pueda haber "imperializado" por los "països" como forma política que también tergiversa la historia en sí misma, en todo aquello que conduzca o favorezca a esta forma de imperialismo.
Hoy se ha perdido la naturalidad, la normalidad en el uso del valenciano, la amabilidad respecto de quien no lo comprende, la buena educación; lo que podía constituir un orgullo de poseer una lengua tan hermosa y hacerla simpática y fomentarla, de instrumento de cercanía y parentesco con catalanes y baleares, se ha convertido en un acto de soberbia, de mala educación y antipático. No, no es eso. La obligación de alcanzar un nivel de conocimiento, la imposición desconsiderada, promueve el rechazo y en lugar de conducir a usar la lengua, a aprenderla gustosamente, a disfrutarla, a mejorar, lo que se consigue es que dejar de usarla sea un alivio para el obligado que identifica su uso con una tendencia política que no es la suya y con unas ideas que igualmente rechaza. Se ha convertido a la lengua en un instrumento político, en una imposición propia del dictador, en la representación de una tendencia política y no en un elemento de unión y universalidad. Unos nuevos repelentes niños Vicente o pedantes, nos están diciendo cómo debemos de ser o nos tachan de fascistas y emplean el término de españoles en sentido peyorativo.
Una nueva y fuerte dictadura totalitaria que nos retrotrae a pasados funestos y conductas antidemocráticas, disfrazadas de progresía. Me apartan y apartaron de mis buenos deseos en ir más allá de emplear sólo la lengua hablada, para progresar y gozar de su uso pleno y en libertad y democracia. Hoy lo que fue un goce de sentir a mi padre disfrutar del uso del mallorquín, por ejemplo, al regresar a Palma con su familia y yo con su hablar en ella, se ha convertido en el signo de unos políticos que se creen mejores que nadie y te azotan con una lengua artificial y "oficial".
Cuando el valenciano, sólo constituía una lengua hablada, sin que se enseñara su gramática de modo oficial, sin que se fomentara su uso; cuando constituía una señal de ser pueblerino, cuando la burguesía valenciana lo rechazaba; cuando se reducía al ámbito familiar y privado; cuando apenas se escribía, es lógico que el sentimiento de aquellos que la tenían por lengua materna y familiar se viera afectado y su progreso e integración social limitados. Hoy ese ámbito se ha visto, por el contrario, oficializado mediante una normalización, que borra acentos y modismos, y que trata de limitar las diferencias con el catalán que es la lengua que se considera la raíz del valenciano y mallorquín o restantes lenguas baleares, de un modo que también las limita, que algo las desnaturaliza y que provoca el rechazo, independientemente de que la historia de estas lenguas se pueda haber "imperializado" por los "països" como forma política que también tergiversa la historia en sí misma, en todo aquello que conduzca o favorezca a esta forma de imperialismo.
Hoy se ha perdido la naturalidad, la normalidad en el uso del valenciano, la amabilidad respecto de quien no lo comprende, la buena educación; lo que podía constituir un orgullo de poseer una lengua tan hermosa y hacerla simpática y fomentarla, de instrumento de cercanía y parentesco con catalanes y baleares, se ha convertido en un acto de soberbia, de mala educación y antipático. No, no es eso. La obligación de alcanzar un nivel de conocimiento, la imposición desconsiderada, promueve el rechazo y en lugar de conducir a usar la lengua, a aprenderla gustosamente, a disfrutarla, a mejorar, lo que se consigue es que dejar de usarla sea un alivio para el obligado que identifica su uso con una tendencia política que no es la suya y con unas ideas que igualmente rechaza. Se ha convertido a la lengua en un instrumento político, en una imposición propia del dictador, en la representación de una tendencia política y no en un elemento de unión y universalidad. Unos nuevos repelentes niños Vicente o pedantes, nos están diciendo cómo debemos de ser o nos tachan de fascistas y emplean el término de españoles en sentido peyorativo.
Una nueva y fuerte dictadura totalitaria que nos retrotrae a pasados funestos y conductas antidemocráticas, disfrazadas de progresía. Me apartan y apartaron de mis buenos deseos en ir más allá de emplear sólo la lengua hablada, para progresar y gozar de su uso pleno y en libertad y democracia. Hoy lo que fue un goce de sentir a mi padre disfrutar del uso del mallorquín, por ejemplo, al regresar a Palma con su familia y yo con su hablar en ella, se ha convertido en el signo de unos políticos que se creen mejores que nadie y te azotan con una lengua artificial y "oficial".
Buenos dias
ResponderEliminarY cómo se come que ahora quienes tenemos el Mitjà podemos trabajar como profesores en Cataluña y no en la CV. ¿Por qué? En primer lugar porque la interinidad es la via de acceso a la función pública docente. Luego porque han puesto como obligado la Capacitació de Ensenyament en Valencià, un "titulo" que hasta hace poco costaba 300 euros, y que no aporta mayor conocimiento de la lengua. Seria como el Certificado de Lenguaje Administrativo.
Eso no es variar unilateralmente las condiciones de acceso a cuerpos estatales? Podría ser prevaricación? No sería más lógico que se aplicase a los funconarios de carrera en tiempo de servicio?