Cumplido el proceso electoral y pasadas las primeras impresiones proporcionadas por la movilización del 15 de mayo y concentración en la Plaza del Sol y en otras plazas de la geografía española, es cuando siento la necesidad de hacer algún comentario al respecto, pues salvada la impresión favorable que pueda producir el hecho de que se ponga de manifiesto el hartazgo que produce la conducta de nuestra clase política, hay que apuntar a los otros aspectos de la movilización, que a mí particularmente no me produce, en general y en algunos casos en particular, ninguna impresión favorable, sobre todo si atendemos a las cuestiones que son objeto y finalidad de este blog.
De un lado, dado el tipo de comportamientos que vengo sufriendo en el barrio en el que vivo, mucho de lo visto me recuerda a las fiestas estudiantiles que tanto me molestan y a su ocupación de espacios públicos en detrimento de otros derechos ajustados a la legalidad. De otro lado, me imagino que para los comercios de las zonas correspondientes el ambiente no les habrá resultado muy favorable y, también, me pregunto cuál será la higiene en la zona y el grado de suciedad en la calle. Nada gratificante seguro.
Pero aparte estas cuestiones propias de quien saturado por dichos comportamientos se muestra ultra sensibilizado contra ellos, la carga de ingenuidad e ignorancia o, en su caso, de manipulación, nos evidencian la existencia de unos conceptos de la democracia, bien preocupantes, bien risibles, según como uno quiera reaccionar. Asambleísmo, totalitarismo, estatalismo, sovietización, anarquismo y otros ismos, más bastante intolerancia, son atribuibles a los visto en el acampamiento de la Plaza del Sol, pero muy poco de la democracia real que se predicaba. Ésta, aun contando con la indignación de cada cual por la situación actual española, se muestra en la urnas y en sus resultados y éstos demuestran que muchos indignados no se han limitado a acampar libres de otras responsabilidades y atrapados en un nirvana especial e inmaduro alejado de todo compromiso real y contributivo. La democracia se hace efectiva cumpliendo con los procedimientos establecidos y las formas legales. Nunca pues más adecuado el recordar lo dicho por Ihering en El espíritu del Derecho Romano: Enemiga jurada de la arbitrariedad, la forma es hermana gemela de la libertad. Es, en efecto, el freno que detiene las tentativas de aquellos que arrastran la libertad hácia la licencia; la que dirige la libertad, la que la contiene y protege. Las formas fijas son la escuela de la disciplina y del órden, y por consiguiente de la libertad; son un baluarte contra los ataques exteriores: podrán romperse, pero no plegarse. El pueblo que profesa verdaderamente culto á la libertad comprende instintivamente el valor de la forma, y siente que ella no es un yugo exterior, sino el vigía de su libertad.
Sencillamente, creo que buena parte del pueblo español y de su gobierno no sólo carece del instinto señalado, sino que parece con los hechos demostrar que no hay forma ni ley que someta a su arbitrierad, pues el principio de legalidad se ve afectado e incumplido diariamente y los acontecimientos que son objeto de este comentario son una muestra de ello, primero porque se ha permitido que lo ilegal ocurriera y segundo porque declarada la ilegalidad el hacer cumplir la ley podía producir daños sensibles a las personas. Negligencia y mal gobierno y descomposición institucional disfrazados de bondad, razonabilidad, en realidad “buenismo” rayano en la hipocresía. Poco ha afectado todo ello al proceso electoral, unos votos más para la izquierda, un avance de UPyD y una reducción de votos en la suma de los dos partidos mayoritarios.
Por lo tanto, en el cumplimiento de las formas y de la legalidad radica la verdadera democracia y el Estado de Derecho y, por ello, a la hora de valorar los resultados electorales para el PSOE, no hay que quedarse con los efectos de la crisis, sino con estos incumplimientos de la legalidad y de las formas. Cuando se cambia la Constitución subvirtiendo las formas establecidas para ello en la propia Constitución o cuando se aprueban asuntos que dividen a los españoles sin propiciar su participación y su voto o se utiliza al Tribunal Constitucional como correa de transmisión de los partidos políticos, mientras se muestra ineficaz en la gestión de los recursos de amparo de los simples ciudadanos, se están realizando actuaciones contrarias a la democracia y al derecho establecido, se quebrantan las formas y su garantía. No es sólo la crisis económica lo que indigna, para mí son otras muchas cosas más que afectan al Estado de Derecho y todas aquellas que propician nuestra división y son una regresión indebida hacia momentos históricos que debían estar superados y que en cambio resucitan a aquellos fantasmas que asustaron a nuestros padres -a los de mi generación- y que nosotros vivimos indirectamente en el refugio de una dictadura fruto de una victoria derivada de las divisiones que el gobierno actual parece querer avivar, justificable entonces, pues desgraciadamente hubo vencedores y vencidos, pero inadecuada y contraria a derecho en la actualidad y antidemocrática y totalitaria. Sumado todo a la situación económica es comprensible lo ocurrido. Aún quedamos muchos hijos de la postguerra y conocemos lo bueno y lo malo del franquismo como para caer en la trampa de otra dictadura sea cual sea su signo, su cara y sus “formas”.
De todo, pues, hay que tomar nota por parte de los políticos y propiciar el proceso que permita que se produzca el cambio que la ciudadanía desea y ha proclamado, con mayor participación y libertad en la elección, respetando las formas y el derecho, o sea en democracia, con seriedad y sin demagogias.
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