Desde mi punto de vista constituye un tópico en los políticos el sostener que para solucionar los problemas o conflictos hay que acudir al dialogo, el consenso y la participación. Podemos considerar que esto es incontestable, pero la cuestión es en qué momento corresponde hacerlo y en dónde. Como en el blog me ocupo de la Administración, pero ello significa atender a la Política y al Derecho, resulta necesario distinguir sus momentos y hacerlo pensando en la administración que es la que conduce a la ejecución y a la eficacia de lo decidido. Al aludir a lo decidido hay que considerar que existe una decisión que es la que ha de ejecutarse y, por tanto, el dialogo y la participación y el consenso, en su caso, han de ser para adoptar la decisión, sea norma o acto; éste en la medida que la norma no predetermine su contenido y efecto. Todo ello sin perjuicio de que en el administrar de cada día se producen relaciones entre sujetos o personas que producen una información y alertan de problemas en la ejecución, derivados de esta misma o de la regulación previa, lo que determina que de nuevo el ciclo pueda conducir a la revisión de lo decidido. Pero desde el punto de vista del funcionario, en la acción ejecutiva por excelencia, en los actos administrativos la idea respecto del dialogo es diferente.
El funcionario ha de ejecutar lo decidido y actúa de acuerdo con un procedimiento administrativo establecido legalmente, en el que la figura y concepto, que se relaciona con él, es la de los interesados en ese procedimiento y respecto del acto que se ha de acordar, por lo que, salvo las alegaciones que se pueden realizar al efecto, no cabe dialogar con referencia a los aspectos que afectan al contenido o alcance de la norma que regula la situación correspondiente, por lo que, en su consideración y según el nivel en que nos desenvolvamos, cualquier asunto al efecto corresponde resolverlo al órgano político que reguló o decidió. Es cierto que estoy simplificando, de ahí que haya hecho referencia a según en que nivel administrativo se produzca la ejecución o la relación y si es o no en el seno del procedimiento administrativo propiamente dicho, pues cuando más alto o superior es el nivel más posibilidad hay de considerar si la decisión previa puede tener que ser modificada, a tenor de la información recibida y de la valoración de los intereses en juego o del derecho como ordenamiento y de sus principios generales. En el fondo, estoy entrando en la distinción entre políticas públicas y actos administrativos. En las primeras, en su formulación, el campo de interesados es más amplio que el que corresponde con los actos administrativos y el procedimiento para su adopción. Pero es que las políticas públicas son muy variadas en complejidad; de modo que las hay que se pueden confundir con simples actos administrativos, ya que son realmente acciones que se producen en virtud de una política que existe con carácter general, como un principio informante de las mismas que puede estar previamente o no formalizado en una norma. En el ámbito municipal esta confusión puede darse con más normalidad. Así nos sirve como ejemplo, el medio ambiente, la igualdad, etc. que son principios que pueden inspirar cualquier acción. Pero sea como sea, el dialogo, la participación y el consenso, pues, es normal que sean tenidos en cuenta a la hora de la toma de decisiones que son o se confunden con políticas públicas y en donde el número de intereses es mayor o éstos son contrarios o diferentes, por lo que se consensúan o, si no existe consenso, se valoran y se decide, de modo que si algún interés queda desconsiderado o sacrificado parcial o totalmente, se abre la vía jurídica de la reclamación.
Pero el título de la entrada se refiere a la diferencia entre el dicho y el hecho y el concejal progresista. Lo del progreso como idea confluyente con el dialogo o el consenso es algo habitual, de modo que el funcionario o el político que actúa sólo sobre lo decidido o de acuerdo con el principio de legalidad aparece como burócrata empedernido cuando no como totalitario o fascista, desde el punto de vista muchos de los que a sí mismos se consideran como progresistas de izquierda. En cierto, modo, pues el derecho aparece así como algo siempre revisable y discutible y, cuando se hace sin seguir los procedimientos establecidos, surgen los actos administrativos verdaderamente discutibles e incluso ilegales o inoportunos o que perjudican a intereses concretos. Algo así ocurre con las decisiones del concejal (vean aquí su curriculum y descubran sus tendencias) de Movilidad Sostenible del Ayuntamiento de Valencia (denominación "más moderna" que sustituye a la clara y tradicional de Tráfico), que en este orden ha tomado una serie de decisiones que no se sostienen y que han movido a la gente, al "pueblo", en su contra y que lo ha hecho sin el dialogo, ni el consenso, ni la participación y no sabemos si teniendo en cuenta a la administración profesional o atendiendo a los antecedentes administrativos existentes o sólo a lo que dicen o asienten sus afines y dependientes. Incluso cuando los vecinos de La Junta Municipal del distrito de Abastos, tras hacerlos esperar, se quejaban de las decisiones adoptadas respecto de los nuevos recorridos de la líneas de autobuses que afectan a los barrios del distrito, cuyos cambios no comprenden, manifestaron sus opiniones y quejas, tras decir como disculpa que su retraso era por no encontrar sitio para aparcar la bicicleta, siguió sirviendo otras "perlas" a los vecinos hasta que al decir "parece que algunos quieren que vuelva Franco", los vecinos se levantaron y se fueron. Vean
Y es que una cosa es predicar y otra dar ejemplo, una decir y otra hacer. Este concejal ha revolucionado el tráfico en Valencia, pensando en la bicicleta, en contra del tráfico rodado y creando problemas serios, tales como más accidentes, mayores tiempos en los recorridos; calles con el carril bici, el de aparcamiento, el de autobuses y taxis y un solo y estrecho tramo para el simple automóvil. En mi barrio, por ejemplo, les dibujo una decisión que no ha mejorado la existente y que ha ignorado lo que la experiencia determinó como mejor con los años de gestión:
Lo dibujado refleja en el centro un paso peatonal que se ha establecido en la parte de una acera que hace esquina con una amplia calle, de la que sólo reflejo su dirección hacia la izquierda. y en el que hay un semáforo intermitente en ámbar para los coches cuando el paso está verde para peatones. A su derecha existe un carril bici, que antes era paso peatonal, y en el que en su tramo superior aún existen las barras de dicho paso, de modo que confunde, pues puede hacer pensar que los peatones lo pueden utilizar. A la izquierda del esquema, reflejo cómo estaba antes el paso peatonal que ahora está centrado en el dibujo. La situación actual parece lógica en cuanto el peatón que viene por la acera ahora sigue recto y no ha de desviarse a la izquierda para cruzar, pero hay que tener en cuenta que antes en la derecha tenía como paso peatonal, junto con carril bici, lo que ahora es exclusivamente, en apariencia, paso de bicicletas. Sin embargo, los coches que antes hasta el semáforo fijo - y no intermitente como ahora- tenían más espacio que recorrer y no se detenían en la curva, por lo que no se producían atascos. Ahora se producen y, además, los coches muestran impaciencia y rugen mientras el peatón pasa, esperando su turno para cruzar y cruzando de modo que el peatón siente en su trasero el rebufo del automóvil o se encuentra con que pasa por delante obligándole a detenerse. Total atascos para el coche, peligro para el peatón y de otro lado, como beneficio aparente, peatones y bicis en ese tramo no confluyen. ¿Qué intereses se han satisfecho? Conteste Vd. ¿Se ha mejorado lo anterior? Aquí si digo: No.
En fin, Valencia ha empeorado en el tráfico en virtud de promocionar un uso de la bicicleta que está por ver si es lo mejor. La Empresa Municipal de Transporte, ha modificado los itinerarios del bus de modo que no contenta a muchos y ha dejado comunicaciones, válidas antes, sin servicio. Determinadas zonas no tienen la comunicación y acceso que antes tenían con la zona universitaria y han de hacer transbordos de autobús y al mismo tiempo deja, por ejemplo a mi barrio, sin comunicación con el cementerio general y tanatorio municipal, que antes sí existía. Nuestra población ha envejecido y no está por la bicicleta. De modo que los intereses satisfechos no son fruto del consenso, ni del dialogo, ni está claro que sea el interés general o común. Los que circulan en bici lo hacen sin casco, salvo el del teléfono móvil y radio. No pasean, corren el tour y no respetan o desconocen las señales en favor de los peatones. Se crea un carril bici para que no se circule por las aceras y luego se dice que pueden circular por éstas aun cuando haya carril al efecto. No hay quien se entienda, pero damos la imagen de progreso y respeto al medio ambiente. No vale la pena seguir, pues no acabaría:dinero malgastado, subvenciones absurdas y ha costado dios y ayuda ver que se limpien las calles o se poden los árboles. Lo que hay que hacer es administrar, no figurar.
Lo dibujado refleja en el centro un paso peatonal que se ha establecido en la parte de una acera que hace esquina con una amplia calle, de la que sólo reflejo su dirección hacia la izquierda. y en el que hay un semáforo intermitente en ámbar para los coches cuando el paso está verde para peatones. A su derecha existe un carril bici, que antes era paso peatonal, y en el que en su tramo superior aún existen las barras de dicho paso, de modo que confunde, pues puede hacer pensar que los peatones lo pueden utilizar. A la izquierda del esquema, reflejo cómo estaba antes el paso peatonal que ahora está centrado en el dibujo. La situación actual parece lógica en cuanto el peatón que viene por la acera ahora sigue recto y no ha de desviarse a la izquierda para cruzar, pero hay que tener en cuenta que antes en la derecha tenía como paso peatonal, junto con carril bici, lo que ahora es exclusivamente, en apariencia, paso de bicicletas. Sin embargo, los coches que antes hasta el semáforo fijo - y no intermitente como ahora- tenían más espacio que recorrer y no se detenían en la curva, por lo que no se producían atascos. Ahora se producen y, además, los coches muestran impaciencia y rugen mientras el peatón pasa, esperando su turno para cruzar y cruzando de modo que el peatón siente en su trasero el rebufo del automóvil o se encuentra con que pasa por delante obligándole a detenerse. Total atascos para el coche, peligro para el peatón y de otro lado, como beneficio aparente, peatones y bicis en ese tramo no confluyen. ¿Qué intereses se han satisfecho? Conteste Vd. ¿Se ha mejorado lo anterior? Aquí si digo: No.
En fin, Valencia ha empeorado en el tráfico en virtud de promocionar un uso de la bicicleta que está por ver si es lo mejor. La Empresa Municipal de Transporte, ha modificado los itinerarios del bus de modo que no contenta a muchos y ha dejado comunicaciones, válidas antes, sin servicio. Determinadas zonas no tienen la comunicación y acceso que antes tenían con la zona universitaria y han de hacer transbordos de autobús y al mismo tiempo deja, por ejemplo a mi barrio, sin comunicación con el cementerio general y tanatorio municipal, que antes sí existía. Nuestra población ha envejecido y no está por la bicicleta. De modo que los intereses satisfechos no son fruto del consenso, ni del dialogo, ni está claro que sea el interés general o común. Los que circulan en bici lo hacen sin casco, salvo el del teléfono móvil y radio. No pasean, corren el tour y no respetan o desconocen las señales en favor de los peatones. Se crea un carril bici para que no se circule por las aceras y luego se dice que pueden circular por éstas aun cuando haya carril al efecto. No hay quien se entienda, pero damos la imagen de progreso y respeto al medio ambiente. No vale la pena seguir, pues no acabaría:dinero malgastado, subvenciones absurdas y ha costado dios y ayuda ver que se limpien las calles o se poden los árboles. Lo que hay que hacer es administrar, no figurar.
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