En el día de mi 80 cumpleaños no escribo sobre Administración ni Derecho, sino de memoria personal y, por tanto de historia igualmente personal. Sin embargo la memoria no es historica, la historia es ciencia e investigación. La memoria es siempre personal y, para mí, tampoco colectiva, sino concurrente. Hoy les copio lo escrito hace poco en mi blog personal, quien no piense igual, o tiene otra experiencia o no ha vivido en todo mi tiempo.
MALOS TIEMPOS.
No se cómo abordar o expresar lo que siento sobre nuestra actualidad política y social. No sé cómo hacerlo sin que me preocupen los límites que imponen las llamadas corrección social y corrección política o sin que me importe lo que piensen los demás y sobre todo aquellos conocidos y amigos que no piensen como yo. Seguramente es una cuestión de edad o de pensamiento, pero no me gusta nada la sociedad actual y menos las actuaciones políticas actuales pues éstas, sobre todo, están alejadas de mi concepto de lo que es la democracia, Veo o siento que se trata de acabar o soterrar nuestra individualidad y libertad de pensamiento. Se eliminan datos e información para que se forme nuestra propia opinión y convencimiento con libertad y se adoctrina. El pensamiento único es el dogma y quien se aparta de él esta excomulgado socialmente y tachado de ultra o fascista. No se quieren individuos, no hay personalidades formadas y preparadas que nos gobiernen, no veo intelectuales que me ayuden a mejorar y comprender. Se quieren rebaños, seguidores ciegos de uno que nos lleva por donde quiere y nos dice lo que hay que hacer y ser.
Por tanto, los políticos no están al servicio de los ciudadanos, sino que se nutren y viven de ellos, hasta que todos dependan de ellos; la mejor manera de limitar la personalidad o someterla, pues ya no es una cosa de personalidad sino de supervivencia. Adoctrinados, los que no han conocido tiempos de libertad personal, los que creen los que se les dice, los que no tienen información o educación que les permita comparar, creen bueno lo que les convierte en números. Lo que la izquierda achaca a la religión de adormidera es lo que ella representa ahora; una hipnosis inhabilitante.
Pertenezco a la generación de niños de la postguerra, de una de las que se pueden denominar como generaciones de la paz. 80 años sin guerras civiles ni mundiales, libres en lo personal, limitados en lo político, sin democracia habitual. Totalizados en lo político y no en lo personal. Las generaciones del "Hijo no te metas en política". Se había sufrido, se había pasado hambre, estábamos racionados, ir a un restaurante era un lujo. Eran el tiempo del ahorro y no del consumo, vestíamos con la ropa de nuestros padres arreglada; todo lo más un traje de sastresa o sastre para los acontecimientos sociales o días festivos. Pero en pensamiento, a pesar del adoctrinamiento político, fuímos libres. Se había recuperado el orden y nuestros padres bendecían que fuera así, ¡habían sufrido mucho¡ cada uno a su modo, pues había habido división y enfrentamientos, persecuciones y asesinatos.
Nosotros jugábamos en la calle con los niños del barrio, fuera cual fuera su clase social. En la juventud no distinguíamos amigos por ideología, sino por afinidad personal o de gustos y aficiones. Naturalmente esas afinidades nacían de los ámbitos sociales que frecuentábamos. La política no era una obsesión. La cultura si estaba, más que hoy, presente y se burlaban las censuras y limitaciones del franquismo. Respecto a éste, hoy es excusa para denostar a la derecha, para historiar de forma acientífica y deformante, de uno u otro lado. Pero el franquismo, por su duración tuvo diferentes etapas y a partir de los años 50 dejó de ser cerrado, la americanización, el turismo, etc; nos abrió y la Administración fue eficaz y más neutral que hoy, pues la ley era clara, gustara o no. Se produjo el bienestar y desarrollo económico y el fascismo se quedó en signos externos casi de comedia o farsa.
Si no aprendemos del pasado, si lo subjetivamos por ideología iremos hacía él y estamos volviendo. Mal ambiente, ataque a la solución de convivencia que fue la Constitución del 78 y tendencia a la dominación totalitaria. Esta es mi experiencia, precisamente de esos 80 años que cumplo en este día. Hoy más que nunca hay que evitar que los truhanes se apoderen del gobierno y los poderes públicos; y mejor que sea democráticamente. Si no el enfrentamiento pasará a mayores y nuestros hijos y nietos vivirán lo que sus abuelos y bisabuelos o lo harán en zombilandia.
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