Siguiendo con la exposición de los discursos que con motivo del proyecto de reforma de la Administración local se producen y en los que se manifiestan las opiniones a favor del regionalismo y de las nacionalidades, del discurso, pronunciado el 13 de junio de 1907 por el Sr. Puig y Cadafalch (calificado por Soldevilla en el libro como el más exaltado y de carácter más brusco de los catalanistas) recojo las siguientes palabras:
Es un espejismo esa idea de “España una”, tomada de la unidad administrativa. Se ha fingido una historia, se ha tomado esa historia en un aspecto.
Ese Estado unitarista, ¿qué ha hecho de las antiguas nacionalidades?...
A eso viene nuestro programa. Venimos á formar una España fuerte; una, internamente orgánica, diversa, en que todos los hombres puedan ser libres.
¿Qué sería ese Estado con esas diferencias, si esas nacionalidades recobraran su vida propia? Sería aquella constitución federal que dio días de gloria á España.
¿No hemos tenido un Estado tribu, y tenemos un Estado nación?¿Por qué no hemos de tener un Estado de nacionalidades?
Del discurso del Sr. Ventosa, al día siguiente, destaco las palabras que a continuación reflejaré, exponiendo antes su condición de solidario (perteneciente a Solidaridad catalana) y lo que refiere de él Soldevilla que señala su condición de Secretario cuarto del Congreso, aquel secretario, que elegido en la creencia de que era monárquico, resultó luego republicano, y se negó á ir á Palacio con la Comisión del Congreso. Pues bien, en un momento de su discurso, dice: En la autonomía que nosotros pedimos y deseamos, cada región exige el reconocimiento pleno de su personalidad y de su facultad para organizarse y administrarse y gobernarse en cuanto les es propio y peculiar. No hay término de avenencia ni punto de contacto.
El día 20 siguiente el Sr. Canalejas con moderada oposición a los discursos regionalistas concluye: Busquemos el elixir para las reformas administrativas, y aun discutamos lo que se debe conceder en ese camino de la autonomía administrativa; pero sin abandonar los derroteros que ratifiquen nuestro españolismo. Después se refiere a Garibaldi y la unidad de Italia y a la tendencia, cada día mayor, en la Confederación Helvética a concentrar los Poderes y unificar el Derecho. Ese mismo día figura en el libro un amplio resumen del elocuente discurso de D. Melquiades Álvarez contrario a la posición regionalista de Solidaridad, del que, pese a su gran interés, nada reproduzco pues no hay manifestaciones referidas a la eficacia administrativa mayor o menor, sino que tiene un contenido plenamente político y de referencias históricas.
Por lo que corresponde a la discusión del proyecto de ley, existió una fuerte oposición, sobre todo por los representantes catalanes, en cuanto no contemplaba la región, se discutía la figura de las mancomunidades por la organización de que se les dotaba, mientras que Maura decía que su papel lo era sólo para la vida local. Las discusiones parlamentarias poco a poco dejan de referirse a la región histórica para hacerlo a las nacionalidades y los términos separatismo e independencia son utilizados por quienes contestan a las manifestaciones de los políticos catalanes. Se critica que Maura no explique el concepto de soberanía del Estado que mantiene. Respecto de los municipios se considera que se ahoga su autonomía y se critica la figura del Alcalde Corregidor. En este sentido Maura afirma, en su discurso del 29 de octubre, que: Cuando entendéis que hay funciones excesivamente centralizadoras, olvidáis que para descentralizarse hace falta crear el órgano que sustituya la función, y esto es lo primero que había que hacer. Esta manifestación me hace considerar la posición de Kelsen cuando dice: Colectividades entre las cuales no hubiera ningún elemento de organización común, no tuvieran centro común, no serían elementos o subdivisiones de una sola y misma colectividad, sino colectividades distintas y separadas; no se podría hablar a su propósito de una colectividad. La descentralización no puede, pues, existir, en un orden jurídico dado, sino bajo la condición de un mínimo de centralización, es decir, de unidad, envuelta por así decir o soportada por la centralización. Más adelante nos dice que los poderes de control manifiestan la presencia de la centralización en la descentralización. (Aparicio Méndez RAP 65. Mayo- Agosto 1971)
De lo reflejado por Soldevilla de los debates parlamentarios, se deduce la existencia y el manejo de conceptos a los que se les otorga distinto alcance según quien los utilice, sobre todo respecto del de autonomía, cuando en algunos casos lo que existe es una pretensión de soberanía. En resumen, se contemplan claros antecedentes de las cuestiones que son objeto de debate respecto de la Constitución de 1978 y muchos de sus problemas derivados. El día 13 de noviembre, el Sr. Montero Ríos decía que el proyecto de Administración local estaba tan muerto como su abuela y que había que celebrar ese fin, por bien de la Patria. Pero el caso es que en el año 1907 no se acabó con el debate del proyecto, que siguió en 1908 y 1909, sobre todo respecto de la Administración municipal, aprobándose bastantes artículos. Sin embargo, el proyecto de reforma local de Maura no pasó de ahí, los acontecimientos políticos determinaron diversas crisis políticas y sobre todo la Semana Trágica de Barcelona con el cese del Gobierno.
En definitiva, desde los aspectos que nos ocupan, la regulación de Administración provincial y la figura de las mancomunidades provinciales disparan, como hemos visto, el debate sobre la región y con ella el denominado Estado de las nacionalidades, con un papel sobresaliente en los debates de Solidaridad catalana. La descentralización ya no se reduce a la autonomía municipal y la provincial, ni a una reforma administrativa, sino que lo que se plantea es una reforma política y del Estado. Unidad, igualdad y diversidad son los factores que provocan la disyuntiva entre centralización y descentralización, en la primera década del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario