En el momento de mi ingreso en la Administración la iniciación del procedimiento administrativo; es decir las solicitudes y otros determinados trámites, estaban sujetos a fórmulas muy arraigadas, si bien eran eso sólo formas y no exigencias legales. Así lo habitual era, tras el solicito, acabar con un: Es gracia que espera alcanzar de V.I o, en su caso de V.E. El título de esta entrada ya les orienta a ustedes de lo que va a seguir.
Hoy vengo señalando a través de las entradas de este blog mi triste consideración de la situación de nuestra función pública y, por tanto, de nuestra Administracion y de sus acciones. Acciones que vienen condicionadas por esa concepción de nuestros políticos de que la política predomina sobre el derecho y con ello sobre la ley. Visión que prevalece sobre la pretensión de una universalidad de principios que en realidad no respetan, porque la amoralidad rige en ellos y les es consustancial. Y digo amoralidad porque la inmoralidad ya comprende la posesión de una concepción de lo bueno y lo malo en dicho terreno, ya que en el material y subjetivo o personal lo tienen claro.
Por tanto, el ciudadano que incida en un terreno politizado y productor de consecuencias "políticas" y que repercutan en otros casos, lo tiene crudo. Puede sufrir la injusticia y el abuso de poder, que tienen abono en los costes de la acción procesal y de su coste en tiempo de resolución o sentencia final. Frente al poco coste para la Administración y su irresponsabilidad, que parece la de un menor de edad, que no sería un mal calificativo.
Por eso podríamos en el futuro cambiar el don y arbitrio de la gracia, por un: desgracia que no esperamos alcanzar de V.?.
Pongan ustedes el título que corresponda al Vuesa. Y al decirlo me viene el recuerdo del clásico Vuesa merced. Ya que siempre estamos no ante la obligación de actuar en derecho sino en la concesión arbitraria o graciosa
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