Malos tiempos los que corren para el pensamiento liberal y no me refiero al aspecto económico, que posiblemente también. Me refiero al pensamiento y al peligro del apoderamiento de la enseñanza por el sector político del gobierno. Posiblemente, lo que vaya a escribir hoy ya esté dicho en esta entrada, dedicada al artículo 27 de la Constitución. El tema resulta controvertido cuando paradójicamente no debía serlo, pues garantizar la libertad individual y la de conocimiento, interesa sea cual sea la posición política que corresponda o el pensamiento que se tenga y que se trate de comunicar y se espere que sea compartido.
Por ello, cuando alguien pretenda un sistema por el cual su pensamiento se imponga a los demás y pretenda, además, para ello, borrar o extirpar ciertas clases y formas de pensamiento y de su expresión, monopolizando la educación y expropiando a los padres del derecho a educar a sus hijos eligiendo el centro que se adecue a su pensamiento, valores y creencias, ese alguien es un peligro y no respeta la libertad, ni a la persona ni al ser humano. Pretende eliminar la personalidad individual y, ya que está de moda, crear zombies a su servicio.
Por eso no me importa tanto si se administra con un sentido socialista o de publificación de servicios o al contrario, sino si se pretende borrar ideas y conocimientos para que no sean aprehendidos porque no concuerdan con los nuestros. Se quiere vencer por cualquier medio y no convencer y eso no es democracia. Por mucho que se cacaree que se hace por serlo, es totalitarismo puro y duro; es el comunismo que azota a otros pueblos y que persiste más que otras ideas totalitarias, porque no se funda en las bases cristianas en las que Europa creció. El mayor muro físico y moral lo creó el comunismo en Alemania por una falsa república democrática y no era contra el nacismo, ya derrotado, sino contra la libertad.
La garantía de esa libertad, radica en la ley conformada democráticamente, en cuanto se dicta para todos y para que todos sean libres, y respete a las minorías para que su pensamiento pueda ser mantenido y en tanto sea respetuoso y conforme, a los valores morales y democráticos que el Derecho mantiene. Sólo el derecho y su fuerza ejecutiva es el que mantiene la libertad y elimina el libertinaje, en cuanto éste ataca al orden que permite la libertad. Es el que reparte el poder en diferentes instituciones para que ninguna de ellas monopolice el poder ni el sentido de la ley.
Las pretensiones educativas, las manifestaciones de la ministra de educación -que como portavoz nos hablaba como a niños o tontitos y a la que no sé como aguantaban periodistas que se precien-, y de otras políticas gubernamentales, no sólo tratan de adoctrinar a nuestros hijos o nietos en mi caso, sino que acabarán con la gratuidad y de nuevo crearán una parte de la sociedad que se pagará la enseñanza mejor para sus hijos y otros no podrán. Atacan a la enseñanza concertada porque mucha es del sector religioso católico, cuando el concierto, la vetustez de los religiosos y el acceso de profesorado contrario al pensamiento de dicho sector concertado, y la subvención, han sido precisamente los factores principales de la educación en valores contrarios al pensamiento de la derecha.
Que esto es así lo avalan leyes como la de memoria histórica y otras que. aludiendo al genero, nos dividen en hombres y mujeres, unos malos y otras perseguidas y maltratadas, o pretenden que, más allá de los programas oficiales educativos, adoctrinar mediante actuaciones al margen de los mismos (actividades extracurriculares les llaman), que persiguen el adoctrinamiento y el pensamiento único, que imparten cualquier desconocido sin garantía alguna, creando espacios de desconfianza en sistemas o actividades que pueden ser positivos si no parten del sectarismo.
Si se pretende manipular, el mejor medio de evitarlo es la libertad individual, la de conocimiento y de enseñanza. El resto lobos con piel de cordero o ministras portavoces que nos consideran ignorantes y se disfrazan de convincentes, ilustradas y dulces docentes, aunque se les ve el plumero.
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