¿Por qué los ciudadanos creemos menos en los políticos? ¿Por qué pienso que la Administración no juega su papel institucional y jurídico? ¿Por qué nos domina la demagogia y la mentira? Los estudios y análisis de politólogos y juristas, sus críticas a problemas y sistemas ¿sirven para cambiar mejorando o consolidan la herestesis política?; es decir, ¿sirven para que los políticos aprendan cómo utilizar la crítica para sobrepasarla y continuar igual? ¿Utilizan para ello a los mismos teóricos que ejercieran la crítica y emitieron la doctrina para que establezcan el modo de sortearla o superarla? O sea, ¿el teórico al criticar sabe más de lo malo criticado que de las formas de superarlo y por eso es útil para consolidar lo que criticaba? ¿Existe un mundo teórico alejado de la realidad y sólo retórico y otro, el político que utiliza la retórica con efectos perversos y abuso de poder a conveniencia partidaria o subjetiva? En resumen, ¿somos tontos de verdad y no simplemente nos toman como tales? ? ¿Existe, pues, una amoralidad política y social?
¡Cuantas preguntas¡ Y ¡cuántas más son posibles¡ Este artículo de Godofredo Vidal de la Rosa, titulado Herejías democráticas: William Riker y el estudio de la manipulación de la política democrática, ha provocado mi reflexión y estas preguntas, al mismo tiempo que me ha enfrentado a mi ignorancia Ya, que es normal que como jurista y administrativista (en dicho sentido jurídico y en el de gestión), desde dichas perspectivas se parta ya de la ley como realidad y no como proyecto o como actividad política. No interesa tanto, en principio, su génesis como el resultado. Y cuando se lee algo como el artículo citado se nos muestra el grado de manipulación a que estamos sujetos, no sólo como ciudadanos sino en nuestras propias especialidades y cuánto podemos colaborar en dicha manipulación, inconscientemente o voluntariamente, en este caso llevados por la vanidad o por el poder o por el dinero.
Así la Administración pública muestra su verdadera subordinación y el artículo nos explica bastante a qué se dedican los gobernantes actuales: a la herestésis (herejía) y a la manipulación.
Vidal de la Rosa nos ilustra sobre el politólogo Riker y otros y, creo que la conclusión que nos ofrece, crítica también, como buen análitico no es un panorama pero tampoco nos da solución, sino que nos indica que Riker, finalmente sólo nos muestra la simple necesidad de poner freno a los políticos o sea que deben existir mecanismos institucionales que impidan que los truhanes se perpetúen. Al concluir así, me hace pensar que, cuando analizamos, exponemos situaciones o las criticamos, es normal que no demos soluciones; éstas han de partir del conocimiento de lo que se expone y es precisamente un problema del político, pero nos destacan la necesidad de una ética y moral previas que marcan la solución; normalmente la erradicación del problema eliminando la corrupción. Y vienen a mi pensamiento ideas nada "correctas" políticamente en la actualidad, pero en Roma las dictaduras fueron remedio temporal a la corrupción imperante, medida de saneamiento político y social.
Soy viejo, si quieren, mayor, y no puedo ser optimista aunque luche, soy cada día más escéptico, pero es evidente que hoy hay una dictadura no en proceso de sanar, sino de corromper y estamos inánimes ante ello. Y si se predican valores morales o son pura demagogia o es fascismo o ultraderechismo, porque como decía ayer, hay simplemente que vencer y mantener el poder sea como sea. Política llaman a eso y es lo que nos inunda y no se nos ofrece una solución. ¿Es la solución una necesaria conversión moral? Puede, pero no hay en España personalidades, hoy, que nos sirvan de asa a la que cogernos.
Realmente la herestesis que se nos muestra, la corrupción, es precisamente el aniquilamiento de la política, ya que todo lo pudre mediante un sistema de dominación que no es la del Derecho.
Expongo algunos párrafos del trabajo de Vidal de la Rosa:
Riker quiere cerrarle el camino a las malas decisiones con vallas liberales. Se vale la herejía, pero acotada por reglas liberales....La herestesis es posible por un estado primordial de desorden y de caos, a la vez que puede desestabilizar viejos órdenes o pactos sociales y engendrar otros. Aunque normalmente toma formas menos heroicas y se conforma con manipular las preferencias de los ciudadanos. La herestesis es universal, transcultural, pero difícil de definir porque involucra definiciones sobre las reglas de decisión, su estructuración y la iniciativa de los estrategas políticos. Ser estratega es practicar la herestesis. Riker acusa a Aristóteles de haberlo obviado en favor del arte de convencer y que de ello derivó en que la filosofía política se concentrara en la retórica, pero la herestesis no tiene que ver con convencer, ni con debates ni con deliberaciones o retóricas. Es simplemente el arte político de salirse con la suya.
........El asunto herestético consiste en estructurar la situación de tal manera que el actor que lo hace gana, independientemente de si los otros son persuadidos.
......
Si la voluntad popular es una ficción, o sólo es un constructo impuesto a posteriori, o bien porque no hay forma de que la herestesis sea eliminada, son elementos que ofrecen argumentos a la teoría elitista de la democracia y los restan a los proponentes de diversas variantes de la democracia participativa. Sobre todo porque la teoría democrática convencional se basa en argumentos sobre la eficacia de la Razón, o por lo menos de su versión light, la retórica. Así que los neo-retóricos tuvieron que actualizarse. Para empezar se cambiaron de nombre por el de deliberaciionistas. La deliberación define al foro, como el intercambio y la agregación definen al mercado (Elster 1986). El renacimiento de las teorías dialécticas, racionalistas y deliberacionistas fue una reacción a los formidables argumentos que Arrow construyó. Los teóricos deliberacionistas tratan de superar este obstáculo trayendo a colación el no muy alejado espíritu del dicho popular de que "hablando se entiende la gente". Su argumentación está basada en la petición de principio de que la deliberación puede lograr mecanismos de formación de consensos aceptables para una definición legítima de lo que es el "interés general".
........Después de su declive durante el periodo de las guerras del siglo XX la retórica volvió a surgir como el arte -o ciencia- de la persuasión. Una versión bien conocida es el trabajo del teórico alemán Jurgën Habermas, quien sostiene la posibilidad de que por medio de una dialéctica ilustrada los contendientes confluyan en consensos sobre razones. La teoría deliberativa de la democracia es una variante de la tesis de Habermas, pero también está en la línea genealógica de la democracia progresista propugnada por John Dewey y del contractualismo entre personas razonables de John Rawls.
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Sin embargo, por más que la deliberación parezca necesaria y hasta un componente inevitable de la vida civilizada no parece suficiente para eludir los retos de la herestesis......¿Es la herestesis un parásito inevitable del régimen democrático? Ricker responde afirmativamente, basado en razonamientos lógicos y matemáticos.
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La deliberación también está con frecuencia sujeta a engaño o a la conducta insincera. Más aún, la deliberación implica una comunidad ilustrada en el arte de razonar (discutir con argumentos coherentes y no contradictorios) e informada (lo que implica gastos para adquirir la información). El argumento decisivo, no obstante, consiste en que la deliberación falla cuando los intereses son irreconciliables y uno de los actores piensa que existe otra solución ventajosa para él (por ejemplo, cree que el que pega primero lo hace dos veces; o simplemente que es demasiado fuerte para sentir el temor de represalias del otro)
El imperativo de cooperar nos hace también sensibles a los argumentos del otro, pero actuamos políticamente no por motivos.
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Si la voluntad popular es una ficción, o sólo es un constructo impuesto a posteriori, o bien porque no hay forma de que la herestesis sea eliminada, son elementos que ofrecen argumentos a la teoría elitista de la democracia y los restan a los proponentes de diversas variantes de la democracia participativa. Sobre todo porque la teoría democrática convencional se basa en argumentos sobre la eficacia de la Razón, o por lo menos de su versión light, la retórica. Así que los neo-retóricos tuvieron que actualizarse. Para empezar se cambiaron de nombre por el de deliberaciionistas. La deliberación define al foro, como el intercambio y la agregación definen al mercado (Elster 1986). El renacimiento de las teorías dialécticas, racionalistas y deliberacionistas fue una reacción a los formidables argumentos que Arrow construyó. Los teóricos deliberacionistas tratan de superar este obstáculo trayendo a colación el no muy alejado espíritu del dicho popular de que "hablando se entiende la gente". Su argumentación está basada en la petición de principio de que la deliberación puede lograr mecanismos de formación de consensos aceptables para una definición legítima de lo que es el "interés general".
........Después de su declive durante el periodo de las guerras del siglo XX la retórica volvió a surgir como el arte -o ciencia- de la persuasión. Una versión bien conocida es el trabajo del teórico alemán Jurgën Habermas, quien sostiene la posibilidad de que por medio de una dialéctica ilustrada los contendientes confluyan en consensos sobre razones. La teoría deliberativa de la democracia es una variante de la tesis de Habermas, pero también está en la línea genealógica de la democracia progresista propugnada por John Dewey y del contractualismo entre personas razonables de John Rawls.
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Sin embargo, por más que la deliberación parezca necesaria y hasta un componente inevitable de la vida civilizada no parece suficiente para eludir los retos de la herestesis......¿Es la herestesis un parásito inevitable del régimen democrático? Ricker responde afirmativamente, basado en razonamientos lógicos y matemáticos.
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La deliberación también está con frecuencia sujeta a engaño o a la conducta insincera. Más aún, la deliberación implica una comunidad ilustrada en el arte de razonar (discutir con argumentos coherentes y no contradictorios) e informada (lo que implica gastos para adquirir la información). El argumento decisivo, no obstante, consiste en que la deliberación falla cuando los intereses son irreconciliables y uno de los actores piensa que existe otra solución ventajosa para él (por ejemplo, cree que el que pega primero lo hace dos veces; o simplemente que es demasiado fuerte para sentir el temor de represalias del otro)
El imperativo de cooperar nos hace también sensibles a los argumentos del otro, pero actuamos políticamente no por motivos.
Finalizo con éste:
El deliberacionismo supone condiciones institucionales previas de acotamiento de la arbitrariedad de los gobernantes y de equidad en el acceso a los medios, a la libre expresión y a la información (Miller, 1992) (mira, por donde, lo que más o menos está en mi anterior entrada ) Precisamente la herestesis es el arte de crear asimetrías o, si se quiere, de utilizar las diferencias marginales en el poder para imponer la voluntad de unos sobre otros independientemente de quien tenga la razón e incluso de la mayoría (que es un criterio definido arbitrariamente de acuerdo con Riker)
Bueno, lean los interesados el artículo. Apliquenlo a lo que vivimos políticamente en España y saquen sus propias conclusiones.
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