El problema causado por la importación de aceite de girasol en condiciones tóxicas, según algunas informaciones, pone en evidencia muchas cosas, todas ellas relacionadas con nuestra Administración pública. El tema lo conozco simplemente como ciudadano y no como funcionario implicado y es de suponer que los que lo estén lo conocerán mucho mejor e, incluso, podrán rebatir la información realizada por la prensa y evidenciar las inexactitudes que puedan existir. Pero lo cierto es que la imagen transmitida no puede ser peor.
Desde las preocupaciones que en este blog vengo manifestando, hechos como el del aceite de girasol, hace pensar que parece que preocupados por las cuestiones políticas o las reestructuraciones ministeriales o los directivos públicos o las agencias estatales, etc., lo cotidiano quede al margen y la gestión o el mantenimiento de políticas públicas antiguas no resulta importante, pues lo rutinario no tiene impacto político. Es un decir, porque ya vemos cómo cuando salta la liebre, lo rutinario puede constituir una bomba de relojería.
La primera pregunta que me surge es la de ¿qué pasa con la sanidad exterior? ¿qué políticas públicas se están desarrollando en torno a ella? ¿qué medios tiene? y ¿qué mejoras o cambios son necesarios? Miren vds. por muchas novedades políticas y organizativas que tratemos de establecer, nunca pueden olvidarse las competencias de siempre, ni las funciones de regulación y control imprescindibles, sin perjuicio de su obligado análisis para mejorar, en su caso, los procedimientos existentes.
Con el problema abierto, la desinformación existente y las dudas planteadas en ciudadanos y consumidores, no puedo comprender la imagen del ministro del ramo, tan satisfecho de sí mismo y de haberse conocido.
como con el aceite de girasol debe haber muchos productos mas que no llegan en buen estado
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