En la anterior entrada destaqué, sin ánimo exhaustivo, algunos sectores en los que las relaciones de los ciudadanos con las Administraciones públicas podían desarrollarse con más frecuencia y al objeto de reflexionar cómo, en cada uno aquéllos, podían resultar este tipo de relaciones, sobre todo en el aspecto de las posibles quejas y reclamaciones; así enumere: los derechos fundamentales, los intereses económicos, los derechos subjetivos, la actividad prestacional o servicios públicos, la información y, finalmente, la inactividad administrativa. Sobre esto pues voy a tratar de realizar mi análisis, sin que tampoco ahora tenga previsto el consiguiente guión.
De dichos sectores, voy a comenzar por el denominado como actividad prestacional o servicios públicos, por la razón de que, normalmente, estas actividades son similares a las que se realizan por empresas privadas e, incluso, pueden prestarse en concurrencia con el sector privado; así como afectan o se prestan para todos o casi todos los ciudadanos, por su simple condición de tales. Basta con enumerar servicios tales o prestaciones como la sanidad, la educación y los transportes. En estos ámbitos el usuario presenta, más que en otros, esa condición de "cliente" a la que tan aficionada es la ciencia administrativa de corte americano y ciertas modas al uso. Son ámbitos en los que, además, desde el punto de vista jurídico, no sólo cabe encontrarse con múltiples quejas y reclamaciones, sino que en ellos las basadas en la responsabilidad adquieren peso, no sólo en el caso de la patrimonial y administrativa, sino que incluso se extiende al ámbito penal, según los casos. Por ello creo que se puede considerar que, en estos sector y ámbitos, el ciudadano tiene más armas a su disposición y que, en consonancia, los funcionarios y la Administración tienen una posición menos favorable, hasta el punto de que en el ámbito docente y en el sanitario se han llegado a formular contratos de aseguramiento respecto a su responsabilidad civil e, incluso, conozco casos de aseguramiento de la responsabilidad patrimonial administrativa. En este sector también
El siguiente sector que voy a considerar es de los derechos fundamentales, que si bien puede mostrarse en cualquiera de los enumerados, tiene la condición de comprender también a cualquier ciudadano como tal. En él resulta, si contemplamos los derechos enumerados en el Título I Capítulo II sección 1ª de la Constitución, que su realidad o eficacia es relativa y que precisamente estos derechos pueden no ser plenos y que no todos los ciudadanos los alcancen. Todo un sistema jurídico es preciso para que su eficacia se pueda conseguir y hasta el mismo sistema puede ser un impedimento a la misma, pues basta pensar en cómo queda el derecho de amparo ante el sistema realmente establecido por el Tribunal Constitucional y su exigencia de un interés constitucional en la reclamación consiguiente o por el tiempo que ocupa en llegar a una resolución. Al escribir y pensar en casos por mí conocidos y sin perjuicio de que asuntos de derechos fundamentales puedan resolverse en vía administrativa o en la judicial, me atrevería a decir que el Tribunal Constitucional es el Tribunal del desamparo al ciudadano. En resumen, la eficacia de los derechos fundamentales exige de una labor legislativa, administrativa y judicial muy importante y cargada de preparación jurídica y experiencia y eficacia en la ejecución administrativa, pues la confluencia de distintos derechos en la mayor parte de los conflictos obliga a análisis que determinen cuál es el prioritario o más fundamental, lo que tristemente, no se resuelve a través de finos análisis jurídicos, sino de decisiones administrativas "salomónicas" que tratan de conformar a todos o remitir a pactos (diálogo) entre los afectados o someterse a comisiones "representativas" de los diferentes intereses que toman acuerdos que no satisfacen al simple ciudadano que sigue, lógicamente, reclamando aquel que es su derecho y que provoca que la Administración no se quite el problema de encima y que se acuda a los tribunales y a que se cree un ambiente de enfado, decepción, o incluso crispación, que tiene consecuencias en el ámbito político y electoral. Es normal en este sector que "el muerto" se traslade de unas instituciones a otras, mientras el ciudadano se ve incapaz e insatisfecho.
Quedan por analizar los ámbitos de los derechos subjetivos, la información y la inactividad administrativa que guardan alguna relación entre ellos y cuyo análisis realizaré en próxima entrada.
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