domingo, 19 de febrero de 2017

¿ES LA FUNCIÓN PÚBLICA UNA PROFESIÓN?

Siempre que en las entradas de este blog mantengo o defiendo el papel de la administración pública y critico los comportamientos políticos y administrativos acabo contemplando la necesidad de una función pública profesional y, siempre, al emplear este término, viene a mi memoria una anécdota, en relación con una periodista valenciana ya desaparecida.
Esta periodista que firmaba como Marivi Crespo en su sección Nombres Públicos, en el diario de Las Provincias realizaba unas entrevistas a cargos políticos. La entrevista o presentación del personaje de turno, partía de una ficha, en la que constaban una serie de datos o preguntas, no escuetos o con la respuesta del entrevistado sólo, sino que se acompañaban de algo de lo comentado sobre la cuestión o algun complemento que añadía la entrevistadora; algunos de los datos se referían a las aficiones, emociones, ilusiones, los sueños, a lo que erotizaba o daba morbo al personaje, a su pecado más confesable, etc.; en total más de 20 preguntas, siempre las mismas. A partir de ellas, la periodista al margen de la ficha encuadrada en la parte derecha de la sección, en el resto, se dedicaba a describir al personaje, e intercalando frases del entrevistado, entrecomilladas y en negrita, sobre las que se  apoyaba y extendía describiendo a aquél.

Normalmente el personaje entrevistado no quedaba bien, a veces nada bien, pero la realidad es que los políticos valencianos de la época (los ochenta y noventa) deseaban que Marivi Crespo les entrevistara; creo que, primero, porque ello suponía que se era importante y que uno era actualidad y, segundo, porque al ser las preguntas fijas, muchos, supongo, tenían preparadas para el caso sus respuestas y pensaban que conseguirían,  de otro lado, cautivar a la periodista y quedar bien. Pero el hecho es que toda la entrevista finalizaba en un retrato subjetivo y en una apostilla general a lo dicho en ella, como consecuencia de la ficha. En una de estas entrevistas a un personaje, no muy de mi agrado, sea dicha la verdad,  y en la que, para mí, la entrevistadora demostró su inteligencia, al calar la personalidad del entrevistado en tan escaso tiempo, al exponer el dato de la profesión se declaraba la de  funcionario de.....y  parte del resto de lo que el entrevistado manifestó sobre ella tal como su vocación funcionarial, el servicio al público y su orgullo de ser funcionario. Pero en el texto general, ante la manifestación de la profesión, la periodista dice: Y naturalmente le replico que funcionario no es una profesión, sino una ocupación. 

Bueno, aunque mi tentación sería exponer toda la entrevista o el artículo, no me parece bien, lo que me importa es el hecho de esta consideración de que ser funcionario público, o la función pública no sea una profesión. Y hoy me detengo en ello para comprender esta opinión, ya que yo sí considero que lo es. Como quien mantenía la opinión era una periodista he de entender que manejaba bien y conocía el lenguaje y así, una vez más acudo al diccionario y leo respecto del término profesión: Acción y efecto de profesar. 2. Ceremonia eclesiástica en que alguien profesa en una orden religiosa. 3 Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución. También: hacer de- una costumbre o habilidad. Como la tercera acepción encuadra perfectamente al funcionario sea público o no, llego a la conclusión de que la periodista no tenía una concepción positiva de los funcionarios públicos y acudo a investigar un poco más en el lenguaje y voy al término profesar y encuentro una primera acepción que dice: Ejercer una ciencia, un arte, un oficio, etc. Aunque ya me sirve esta definición, siento la necesidad de acudir al término oficio y, de sus muchas acepciones, me quedo con estas: Ocupación habitual. 2 Cargo, ministerio. 3. Profesión de algún arte mecánica.

Ya está, indudablemente, la periodista no gustaba de los funcionarios y consideraba su tarea meramente ocupacional y mecánica. Y ante ello y el que mucha gente pueda pensar lo mismo, sólo cabe preocuparse, ya que no se comprende lo que la función pública debe representar en un Estado de Derecho y por la imagen que los funcionarios deben de ofrecer, pues, a los ciudadanos y por las razones que conducen a esa opinión. No hay nada malo en que se ejerza un oficio o en desarrollar simples artes mecánicas, yo soy incapaz de ejercer muchos oficios o artes mecánicas y valoro el saber de quienes ejercen bien su oficio. Pero, independientemente del carácter vario de la función pública, de las clases de sus funcionarios, de sus diferentes niveles, profesiones u oficios, cuando hemos de referirnos a los funcionarios superiores, a los que están en contacto con la función política, con las políticas públicas y con el derecho y la efectividad de los intereses generales, considero que ya estamos ante el ejercicio no sólo de un oficio sino de una ciencia, en la que hay la aplicación de unos conocimientos que forman parte de diferentes ciencias y que en conjunto se pueden incardinar en la Ciencia de la Administración y que al profesar la función pública, al analizar e investigar su funcionamiento, se va consolidando dicha Ciencia y sus contenidos, para que formen parte de los que ha de conocer el funcionario público. Y entonces, ¡claro que la función pública es una profesión¡ y lo es, además, simplemente aunque sea un oficio. Pero quédense los lectores con el hecho de la imagen que se ofrece y la razón de que no se considere a los funcionarios aplicadores de ciencia o arte alguno y no se valore su función real, la establecida legalmente, y su papel cara a la sociedad y ciudadanos y que al final todo quede en un servicio al cargo que los  nombró. Ya sé que es difícil, porque cada día se es más dependiente. Lo que lleva a la conclusión de que no sólo son los ciudadanos los que desconsideran la función pública, sino los propios poderes públicos: legisladores, políticos y jueces e, incluso, los propios funcionarios.  Hay que recordar el empeño e insistencia en la izquierda española de considerar a los funcionarios cómo empleados y en igualar por abajo, sín considerar el esfuerzo y el mérito. Así, pues, funcionarios que os preciéis de serlo y de vuestra función: ¡A profesar¡

3 comentarios:

  1. Hola,

    Los felicito por el trabajo de subir información legal y hacer mas amable la profesión de abogado.

    Sinceramente les deseo que sigan adelante.

    Fran.
    http://castroyheise.cl/

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