sábado, 27 de diciembre de 2008

BUROCRACIA Y ORGANIZACIÓN


Buena parte de las cuestiones que se abordan en este blog afectan a la organización de la Administración pública y tienen interés, para una parte de mis lectores, en cuanto tienen que ver con la eficacia de las organizaciones y, atendiendo a esta finalidad, podíamos decir que se sitúan aquellos que mantienen que las Administraciones públicas han de actuar como una empresa o que a ellas les son de aplicación las técnicas que ésta utiliza y que son eficaces. Yo mismo he apuntado y pienso que hay una dimensión orgánica que facilita la eficacia y que hay que encontrarla y creo que ello deriva de mi experiencia como director del Instituto Valenciano de Administración Pública y en la última de mis reflexiones también apuntaba a la posible utilidad de las agencias como modelo de organización que consiguiera la eficacia.

Pero cuando hacemos referencia a la Administración pública o a las Administraciones públicas lo hacemos a grandes organizaciones con multiplicidad de fines y que siguen siéndolo aunque se fragmenten en unidades autónomas. Precisamente por ello aun aquellos que están a favor de una organización cercana a la de las empresas han de referirse a la existencia de una zona decisional y diferenciarla de la operativa o de prestación de servicios. Parece existir, además, en todo ello, la idea de que el modelo empresarial se opone al burocrático y elimina un sistema jerárquico esterilizante. También se ha defendido, por mi parte, la vigencia o persistencia del modelo burocrático en las Administraciones públicas y la vinculación clara de estas con la Política y el Derecho.

Podemos decir que en mis reflexiones y en todas estas cuestiones existen un cúmulo de contradicciones, pero creo que ello es fruto de la singularidad y gran complejidad de las Administraciones públicas o de la Administración pública en general, pero en realidad, aparte de que ello sea por la razón de su dimensión, también lo es por la razón de que los conceptos que se utilizan la mayor parte de las veces no son unívocos, sino que según quien y cómo se utilizan tienen alcances y significados diferentes. Así, por ejemplo, si nos atenemos al concepto de burocracia, podemos encontrarlo aplicado tanto a la Administración pública como a la empresa y, por mi parte, se ha hecho referencia a un “modelo burocrático” como concepto propio de aquélla y vinculado a la aplicación del Derecho o a la eficacia de la ley y a Max Weber y su concepción; autor que no deja de ser citado por quienes, en cambio, se refieren a la burocracia en la empresa privada y como un sistema alienante y cargado de defectos, que ya ha sido superado.

Claro está que si no pensamos sólo en la Administración pública y, por ejemplo, nos referimos a las ideas sobre la burocracia de Robert Michels, ésta tiene que ver con toda gran organización y así nos encontramos con la afirmación de que la burocracia es el producto inevitable del propio principio de la organización y también con la de que las organizaciones a gran escala dan a sus funcionarios casi un monopolio del poder y, además, se conecta con su "ley de hierro de la oligarquía". Así, pues, la burocracia resulta consustancial a toda gran organización. En cambio la idea de modelo burocrático que por mi parte se ha mantenido es consustancial a la Administración pública como organización vinculada a la política y al derecho. ¿Son compatibles las dos ideas en una Administración pública? Es evidente que sí y que todo depende de la delimitación de ámbitos de autonomía y de la líneas de control y conexión necesarias para mantener la unidad política, jurídica y de responsabilidad, que no han de ser forzosa y únicamente las de la jerarquía.

Para finalizar y dejar una línea de reflexión abierta para el futuro, quiero hacer hincapié en que en ambas concepciones de la burocracia está presente la idea del poder de los funcionarios, entendiendo el concepto de éstos en un sentido amplio y omnicomprensivo; de tal manera que alcanza a todo el personal que sirve a la organización y también, en su caso, al nivel político. Y atendiendo a esta idea y al peso de lo económico, cabe preguntarse también ¿cuántas cuestiones de las que tratan de la organización y eficacia de las Administraciones públicas no están vinculadas al reparto de poder o a la apropiación de la organización y cuantas otras no lo están a intereses económicos de los sectores que pueden prestar servicios a la Administración pública y que venden lo que tienen y conocen?

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