lunes, 29 de noviembre de 2010

SIN FONDOS

La crisis económica es una evidencia y que la Administración pública ha de adaptarse también. Las posiciones liberales cobran fuerza cuando piden la reducción estructural u orgánica de las Administraciones Públicas y la puesta en el mercado de servicios hoy plena o casi plenamente publificados. También es indudable que muchas de las subvenciones actuales han de ser reconsideradas, sobre todo en cuanto no se dirijan a sectores productivos de riqueza y sean exclusivamente una actividad política de propaganda o captora de votos o de clientelismo o amiguismo puro y duro. Pero no puede olvidarse que buena parte del sector privado empresarial depende del gasto público y de proveer a la Administración pública de medios y productos o de prestar servicios públicos. La administración pública es motor económico social.

Por eso es preocupante saber que las Administraciones públicas no pagan a sus proveedores y que éstos se ven en serios problemas para mantener sus empresas, mientras que tienen que pagar religiosamente sus impuestos o no pueden acudir a la compensación de deudas, en la medida de que incluso pueden estar prestando su actividad de modo irregular, en cuanto la Administración les solicita la prestación o el servicio sin contar con el crédito correspondiente y paga sobre la base de un expediente por enriquecimiento injusto. Muy mal síntoma; el más claro de la gravedad de la situación y sobre todo de la alegría con la que se ha venido actuando y regalando el dinero público. Las necesidades más elementales no se pueden cubrir y, en cambio, las más necias subvenciones están a la orden del día y el número de “asesores” o personal de confianza ha venido creciendo sin cesar. Hoy que los estudios de Ciencia de la Administración forman parte de los programas universitarios no estaría de más que se incrementaran las investigaciones en orden a estos crecimientos del número de personal, de su reclutamiento y procedencia, así como del incremento en los últimos treinta años de la estructura política. Tampoco estaría de más un serio análisis de las subvenciones públicas y sectores beneficiados y de las empresas creadas al sólo efecto de percibir la subvención o prestar un servicio que podía serlo por los funcionarios públicos.

Sin embargo lo que más vende es meterse con el funcionario público pero no hacer nada para conocer cómo se administra y a qué se dedica el dinero público, o sea el “nuestro”. No se trata tanto de actuar como una empresa privada sino simplemente de actuar como se debe y sin más publicidad y propaganda que la de los hechos. A lo mejor es más necesario redistribuir el personal que eliminarlo o, mejor, disminuir la carga de personal no funcionario y de los cargos políticos innecesarios o superfluos. Mal panorama, muy malo, el que se avecina dados los síntomas que se perciben.

6 comentarios:

  1. Qué opinión os merece, como expertos en Administración Pública, la barrabasada jurídica que pretende hacer la Junta de Andalucía.
    Saludos.

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  2. Se trata del Decreto Ley sobre reordenación del sector público, que pretende consolidar a más de 25.000 trabajadores de empresas públicas, sociedades instrumentales y fundaciones que ha ido creando la Junta a lo largo de los años. Sucede que todo ese personal no ha superado ningún proceso selectivo y está integrado en su mayoría por afines al partido en el gobierno. Esto está creando un revuelo de magnitudes desconocidas entre los empleados públicos de la Administración General de la Junta de Andalucía. En mi blog hablo de ello.
    Son dos Decretos-Leyes: el 5 y el 6 de 2010.
    Saludos

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  3. Todas esas consolidaciones de personal ingresado sin pruebas, a través de empresas y en momentos de alegrías organizativas, nunca me han gustado. Desde un punto de vista administrativo y de funcionario no se puede comprender y siempre está presente el quebranto del principio de igualdad, mérito y capacidad que obliga a considerar no sólo que se quebranta sino que perjudica a terceros que están, confiando en el sistema legal, estudiando y esperando el momento de por los procedimientos legales ingresar en la Administración pública.

    Si bien también hay considerar la real necesidad de dichas empresas y del gasto que representan y que todos aquellos que han querido laboralizar la Administración, apliquen el derecho laboral y procedan a los despidos que correspondan, pero no a aumentar de modo innecesario el gasto público y a empobrecer económica, técnica y profesionalmente a las Administraciones.

    Desde el punto de vista político y sindical todo cambia y lo inmediato es lo inmediato y lo que se siente en directo. Por eso es importante que la Administración pública juegue su papel garante y que no pierda las potestades que permiten evitar estas situaciones o al menos que permanezca la valoración jurídica imparcial de cada decisión que se quiera adoptar para que, en su caso, los tribunales cuenten con opiniones objetivas e imparciales.

    Pero ahora todo se ha confundido y no se ejercen funciones públicas por los funcionarios sino meras tareas o servicio al superior y no al ciudadano.

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  4. Sí, la cuestión de fondo además del alto grado de nepotismo que implica una falta de sistema de acceso garante es lo que comentas: la falta de potestad que contienen estas empresas.
    Eso está siendo así en todo el país, pero la vuelta de tuerca de la Junta es incomprensible ya que intentar dar potestad a quien no la tiene.
    Gracias por tu clarificador comentario.

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