viernes, 16 de septiembre de 2016

ELECCIONES, IDEOLOGÍA, CORRUPCIÓN Y EFICACIA

Sé que los títulos de mis entradas suelen ser muy generales y apuntan a contenidos inabarcables desde el post de un blog. En el caso de hoy su enunciado es, como en la mayor parte de los casos, previo a la elaboración del contenido correspondiente. Su génesis proviene de que, partiendo de la necesidad o conveniencia de mantener el blog, mi cabeza analiza los temas o cuestiones que me ofrece el cada día o la realidad u, otras veces, las reflexiones o conexiones que me promueve la lectura o el estudio.

Lo que vaya a escribir a continuación proviene del hecho que desde hace meses en mi caminar por Valencia veo un descuido absoluto de la ciudad. Gran suciedad, no viendo ningún  equipo de limpieza. No se han podado los árboles y hay zonas de paso en donde las ramas no dejan ver si vienen coches o, caso contrario, si un peatón esta dispuesto a pasar. Un tormentazo de hace dos días dejo suciedad que no ha sido subsanada. Una gran desidia.

Pero voy a conectar con las elecciones.
Durante el periodo electoral, los actuales responsables del gobierno municipal, no escatimaban críticas a los entonces ejercientes del mismo. Hoy se puede afirmar que han empeorado la gestión de aquellos y siguen regalando dinero; ahora, naturalmente, a empresas, grupos o amigos diferentes, pero si bien ostentando una prepotencia moral y ética, así como una sapiencia y superioridad, por encima de todos e insultante que no exultante.

No ha llegado al año y en las elecciones nacionales o generales ya se han notado las consecuencias. Y ello pese a la corrupción de los periclitados, que tanto se han ocupado en destacar con mayor eficacia que la oposición destaca la suya, a veces mayor y disfrazada de buenísimo total. Claro que todo, dicen, se soluciona con diálogo, pese a que ya te han dado la puñalada trapera, sin consulta previa o información alguna.

Por eso, no se pregunten porqué el PP sigue ganando elecciones. Pesa más el que se afecta a sentimientos vitales para muchos, se les llame ideología o intereses, o como quieran. Porque se hiere a muchos, no se les vota. Pero es que, además, es cierto que han sido corruptos, pero quienes denuncian y han tenido responsabilidades también lo son o han sido y, además, por más cuantía económica. Hoy tenemos a Rita Barberá, pero también a Griñan y Chaves. Claro que así hay derechas e izquierdas decimonónicas o guerra-civilistas y se pierde el centro y el norte.

No deben asombrarse de los votos pero sí de que aún se vote. No basta con hablar y prometer. Al final se mide lo que se ha hecho: la eficacia. La ciudad limpia, el orden, el respeto a los valores y principios fundamentales y que son raíz de la igualdad y convivencia. El orden. La legalidad. La verdad. La decencia, y no el despotismo, el abuso, el totalitarismo, el cinismo o la mentira o la demagogia, en resumen. Es que ya no engañan tanto o a casi nadie, pese a dominar la enseñanza pública  y buena parte de la subvencionada. Que eso sí lo sabe la izquierda valenciana y su conseller, que sindicalista y nacionalista catalán, pretende patrimonializar la enseñanza o, más bien la educación, mediante el quebranto permanente del los principios o derechos fundamentales del artículo 27 de la Constitución.

Parte de todo esto lo hubiera evitado una Administración profesional y no politizada y sujeta al principio de legalidad y garantía de la misma. Pero se quejan  o cacarean sobre el caso Soria y olvidan los centenares similares que se produjeron y se producen cada día. Y sobre todo, por ejemplo, del más sangrante caso de la Sra. Aido.

Si quieren que se les crea, modifiquen las leyes que permiten estos nombramientos y esta Administración o en su caso apliquen los principios legales y dejen de subvertirlos. Mientras no lo hagan cuando gobiernen, todo lo que se dijo es una farsa y un engaño que los ciudadanos no debemos ni merecemos soportar. Aún no he oído, en este periodo de gobierno en funciones y de debates, a alguien hablar con honestidad, gallardía y verdad. Tampoco con profesionalidad. Ah¡ y sin palabrería. Pero claro, lo mío es cosa de viejos.




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